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El futuro Plan Industrial de Balears, que el conseller Iago Neguereuela quiso presentar anticipadamente a los socios del Cercle d’Economia de Menorca a mediados de noviembre, viene marcado por unas medidas de estímulo que pretenden que el sector recobre mayor peso específico en la diversificación de la economía, excesivamente pendiente del turismo y el sector servicios. Sobre el papel supone un incremento del 68% del presupuesto de industria de cara al año próximo, con una aportación de 12,4 millones de euros.

Pensar que Menorca encara el invierno con 5.300 parados no es ninguna buena noticia pese a que la cifra haya bajado respecto al año anterior o que, en una década, nunca un mes de noviembre había bajado de los 5.600. Pese al subsidio, el desempleo genera un freno en el consumo. Es difícil imaginar en qué podremos recuperar el equilibrio perfecto que había tenido la isla en su pasado, pero la apuesta del Govern parece sensata para intentar modificar el modelo productivo que tenemos actualmente instalado.

El calzado, la bisutería y el sector agroalimentario son hoy los tres motores principales de la industria menorquina, pero no tienen la misma fuerza ni la misma potencia que tuvieron en el pasado. Y eso que la primera empresa manufacturera de Balears en volumen de exportación es de Ferreries, un hecho del que vale la pena presumir y que el propio conseller se encargó de recordar a los presentes.

No pensemos que la batalla está perdida en un mundo globalizado porque existen excelentes ejemplos en la industria menorquina actual, sin tener que mirar por el retrovisor, de los que podemos tomar buena nota como Vidal y Vidal o Macadamia, marcas de bisutería que lidera Jesús Vidal y que emplean a más de 200 personas en es Castell, o Dénix en Ciutadella, referente mundial en réplica de armas.

Las nuevas líneas de la Conselleria hablaban de ayudas a la modernización tecnológica, modernización de maquinaria, la formación y la internacionalización como ejes del plan industrial que nos pueden ayudar a mejorar nuestra productividad y, en definitiva, nuestra competitividad.

Evidentemente todo ello tendría que ir acompañado por la consecución del objetivo supremo del Govern en un REB, que Negueruela calificó de razonable y que pudimos entrever de mínimos para ayudar a las industrias a superar la doble insularidad y la falta de inversiones en nuestra comunidad. En definitiva, la carta a los Reyes Magos.