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Aunque se trata de la tercera economía mundial, de ser un país con seguridad jurídica y transparencia elevada, la inversión en bolsa japonesa es algo residual entre los inversores españoles.

Uno de los motivos puede ser el recuerdo de las grandes caídas que sufrió este mercado entre finales de los 80 y marzo de 2009. Sin embargo desde esta fecha, y especialmente desde 2012, las subidas del Nikkei japonés han sido de las mayores del mundo.

La pregunta ahora es si conviene o no seguir invertidos en el país nipón. Su economía ha vivido un antes y un después del accidente de Fukushima: desgraciadamente las tragedias naturales y guerras suelen generar mejoras sustanciales y hemos visto que casi ha triplicado el valor en bolsa y el yen se ha revalorizado respecto al euro.

Actualmente el Nikkei está afrontando un momento muy importante: está atacando los máximos de 2015 (cerca de los 21.000 puntos), precio más alto desde el año 1998. Cuando un activo (índice, acción, divisa…) rompe un nivel de este tipo suele provocar incrementos de compras que incrementan la cotización. De ser así, podría fácilmente acercarse a los 22.700-23.000, que ya serían sus máximos desde 1991.

En caso de no romperse esta resistencia, los 19.250-19.200 podrían funcionar como soporte en primera instancia, mientras que en segunda se establecerían los 18.300. Ambos precios no están alejados del actual con lo que el binomio rentabilidad-riesgo parece óptimo para el medio-largo plazo. Visto lo visto, un 10-15% de la cartera de bolsa invertida en Japón ayuda a diversificar la inversión, aunque queda una cuestión importante: la divisa. Actualmente el euro está rompiendo la resistencia de 123 yenes, si lo consolidara (especialmente si rompe los 128) podría ser conveniente proteger la evolución del yen. Al ser un mercado tan alejado la opción más óptima es utilizar fondos de inversión, especialmente si no se quiere asumir riesgo divisa.