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La internacionalización es considerada una opción estratégica para el conjunto de agentes económicos que operan en Balears, pues está demostrado que contribuye a la mejora de la competitividad de las empresas, en particular, y de la economía, en general. Conscientes de ello y del bajo grado de internalización que, desde el punto de vista estrictamente comercial, presenta el archipiélago, administraciones, cámaras de comercio, asociaciones empresariales, entidades financieras… han articulado durante los últimos años departamentos específicos en un intento de facilitar, apoyar e impulsar la internacionalización de las empresas del archipiélago en el exterior.

Si bien todas las medidas, planes y programas de internacionalización importan, no es menos cierto que la verdadera diferencia la marcan aquellos que, más allá de aumentar la ‘presencia’ en el exterior de los bienes y servicios locales, se afanan en mejorar su ‘posición’ en las cadenas globales de valor. Y es que el proceso de creciente globalización, junto con el abaratamiento de los costes de transporte y, especialmente, el avance de las tecnologías de la información y las comunicaciones, está fragmentando verticalmente, por completo y a unos costes de coordinación asumibles, la producción de los bienes y servicios entre múltiples y variadas localizaciones geográficas, de manera que un bien o servicio es susceptible de ser producido con la participación de múltiples países mientras que, finalmente, es tan solo uno quien lo exporta.

Todo ello ha provocado que en Baleares el 61,8% de las exportaciones se centren, a día de hoy, en los denominados bienes intermedios, que son utilizados por otros países para producir otros bienes intermedios o finales. Paralelamente, pero en sentido inverso, los bienes exportados por el archipiélago incorporan, necesariamente, un elevado contenido de bienes intermedios importados que, de acuerdo con la tendencia global, suponen el 71% de las importaciones que realiza el archipiélago.

Este hecho da lugar a la existencia de un claro diferencial entre lo que las Islas ingresan por las ventas que formalizan fuera de las fronteras nacionales y la renta que realmente consiguen capturar a través de dichas ventas. Todo ello implica que, actualmente, (i) saber importar es tan relevante como saber exportar, y que (ii), en materia de exportación, lo relevante es ocupar una ‘posición’ lo más avanzada posible en los eslabones que conforman la cadena global de valor, y no tanto si nuestros productos tienen o no ‘presencia’ en el exterior.

No se trata, pues, únicamente de aumentar el número de actividades que la empresa balear decide internacionalizar, ni siquiera del número de mercados en los que consigue operar, sino de aumentar la aportación que puede efectuarse desde la prestación de servicios concretos antes de la comercialización (por ejemplo, diseño), durante (por ejemplo, logística) y después (por ejemplo, asistencia). Así pues, la respuesta a preguntas tan relevantes como desde qué sectores, con qué bienes y servicios, y en qué mercados pueden o deben participar las empresas de Balears no puede ignorar el binomio ‘presencia-posición’, pues ello condiciona la capacidad de crear valor a través de la internacionalización y, en última instancia, las posibilidades de garantizar la contribución positiva del amplio abanico de medidas, planes y programas de internacionalización a la competitividad de la economía balear.

Las nuevas perspectivas que el escenario actual ofrece en materia de internacionalización obligan, pues, a revisar la formulación estratégica tanto de los planes empresariales como de las políticas públicas y, al mismo tiempo, a reforzar la cooperación entre ambos ámbitos de decisión al objeto de reconocer la internacionalización como una verdadera palanca de competitividad.