Menorca Mao POIMA Matadero de ganado de Maó "El Economico" | Javier Coll

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En la promoción del producto local y de kilómetro cero, existen en Menorca muchas empresas y entidades comprometidas, pero seguramente una de las más longevas es la Cooperativa Virgen Monte Toro, descendiente de los antiguos sindicatos agrícolas católicos cuyos orígenes se remontan a principios del siglo pasado.

Una entidad con un largo historial por todos los servicios prestados al campo menorquín, que se ha tenido que adaptar a las necesidades de cada época y que hoy día tiene su acento puesto en la defensa de los intereses del sector ganadero a través de la gestión en concesión del matadero municipal de Maó y en la comercialización de la carne de Menorca a través de un punto de venta propio. Formada por 52 socios ganaderos, el año pasado facturaron 357.000 euros y procesaron 301 toneladas de carne y 36 toneladas de embutidos.

Desde junio del año pasado tiene como presidente a Joan Pons, propietario de la finca Alcaiduset, uno de los mayores elaboradores de sobrasadas y quesos de Menorca. El futuro de la cooperativa pasa por dar salida a todo el ganado de sus socios haciendo crecer su punto de venta de carne, que se ha convertido en una moderna tienda que abre al público a diario. Ganas no les faltan.

ORÍGENES. En la historia del cooperativismo menorquín, la entidad de la Virgen del Toro es sin duda la más antigua de la isla, inscritos formalmente sus estatutos en septiembre de 1944 en el Registro Oficial de Cooperativas del Ministerio de Trabajo, pero concebida en 1919, en la época de los sindicatos agrícolas católicos y las cámaras agrícolas que trataban de resolver los conflictos agrarios en defensa de los pequeños campesinos. «La cooperativa se implicó en muchos proyectos y decisiones tanto de ganaderos como de agricultores, llegando a tener 1.800 socios», explica Joan Pons, presidente actual de la entidad.

«Recogía queso, recogía y comercializaba lana de la cabaña ovina, hacía convenios con agricultores cuando existían las cartillas de racionamiento, vendía arroz o pan para ayudar a las familias, suministraba pienso e incluso llegó a tener una pequeña tienda en el centro de Maó que llamaban el Sindicato», añade Pons.

Durante toda su historia se fue implicando en muchos proyectos y decisiones que afectaron a diversos ámbitos, desde la comercialización de queso para toda la isla marcando un precio para poder salvar a los ganaderos de las vicisitudes de la guerra, la colaboración con el Servicio Nacional de Trigo de la época con la recepción de partidas de grano en sus almacenes como depositaria, o incluso como entidad financiera para poder proceder a su distribución entre los socios para las cantidades asignadas individualmente. Incluso en los años sesenta, la Cooperativa Virgen del Toro fue comisionada por la petrolera Campsa para la distribución de cupos de gasoil que también se asignaban individualmente a los agricultores a través de un sistema de recepción de bidones.
A medida que las fincas ganaban autonomía de gestión, el papel de la Cooperativa Virgen del Toro fue menguando ya que sus diversas funciones iban siendo sustituidas por empresas que surgían en el mercado con mayor y mejor capacidad de suministro. «En los años 70 los llocs eran prácticamente autónomos, habían surgido diversas tiendas de comestibles y el abastecimiento estaba normalizado. La cooperativa trató de adaptarse a este cambio con un cambio de función como almacén de fertilizantes y grano, aunque no logró consolidar esta posición», explica Biel Seguí, antiguo secretario de la entidad. Poco a poco fue perdiendo socios y entró en un periodo de letargia en el que en algún momento llegó a plantear su disolución.

NUEVA ETAPA. Después de dos décadas de inactividad, la cooperativa decidió remprender su actividad en 2003 con el objetivo de contribuir a la preservación de la ganadería en Menorca. La construcción al año siguiente de una sala de despiece anexa al matadero municipal de Maó, en el polígono industrial, con una inversión de 200.000 euros, supuso el lanzamiento de la entidad. La instalación de cámaras frigoríficas, máquinas trituradoras y las herramientas indispensables para llevar a cabo la preparación de la carne ayudó a los socios ganaderos a comercializar su ganado de forma directa.

La venta del escaso patrimonio con el que contaba la cooperativa les permitió iniciar esta nueva etapa. En 2010 obtuvieron la concesión para la explotación del propio matadero municipal, unas instalaciones que ocupaban 11.000 metros cuadrados, y en octubre de 2014 consiguieron su renovación por veinticinco años. «Se iniciaron obras de mejora con un presupuesto de inversión anual de 37.000 euros con el propósito de mejorar las condiciones del ganado y la adquisición de maquinaria más efectiva. Se solventaron deficiencias existentes y se puso al día la instalación», explica Joan Pons, presidente de la entidad. Fue una apuesta compleja en una nueva etapa para la entidad que tuvo que incrementar su plantilla hasta las siete personas para poder hacer frente al trabajo del matadero.

La actividad es constante durante toda la semana. Los martes son los días habituales de sacrificio y el resto de jornadas se realizan los despieces y las elaboraciones de embutidos. «Nos encargamos de sacrificar el ganado de los socios y del público en general que nos llega. Desde ternera a cabras, ovejas y cerdos. También hacemos el embutido para las fincas, que luego ellas madurarán en sus respectivos llocs. Actualmente tenemos 30 fincas a las que elaboramos principalmente su sobrasada, que se traduce en 36 toneladas de embutido al año», explica el presidente.

LA TIENDA. Uno de los proyectos de futuro en el que la cooperativa tiene puestas más esperanzas es el punto de venta de carne para particulares, restaurantes y carnicerías que abrieron en mayo de 2014 en las propias instalaciones del matadero. La entidad certifica la marca de calidad Vermella Menorquina de raza bovina menorquina y la producción ecológica. También están acreditados para poder llevar a cabo el sacrificio halal para la comunidad musulmana. Esto les facilita disponer de producto autóctono de calidad para poder comercializar carne de la isla directamente.

La tienda dispone de envasadoras y cámaras frigoríficas para una mejor conservación y comercialización del producto. «Abrimos solo los viernes y los sábados, pero tenemos previsto en breve ampliar los metros cuadrados y el horario de atención para que pase de punto de venta a una tienda que abra durante toda la semana. Esta es nuestra voluntad», explica el presidente.