Arturo Bandrés regenta La Cicloteca desde hace dos años. | Daniel Espinosa

TW
0

Siendo el pequeño de nueve primos, a Arturo Bandrés siempre le llegaban las bicicletas más viejas. “Desmontarlas y montarlas era la merienda. Con 13 años empecé a ir al colegio en bici y sumaba a mi propina de la semana lo que costaba el bus. Así descubrí la libertad y el aporte de felicidad y salud que te da la bicicleta”, explica Bandrés.

Es un “maño ya ibicenco” como él mismo se define, ya que llegó hace seis años a Eivissa, donde trabajó durante dos años en unas cuatro empresas hasta que hace dos años decidió montar La Cicloteca en el municipio de Eivissa. “Decidí sacarme las castañas del fuego yo mismo y han sido dos años muy duros, pero no me arrepiento. Las tiendas y talleres de bicicletas de Eivissa se caracterizan por su alta calidad en componentes y máquinas, pero había mucha gente moviéndose en bici todos los días, ya sea por gusto o necesidad, y vi un segmento de mercado totalmente libre. Decidí seguir con lo que hacía, que es salvar bicicletas que nadie quería y darles una segunda oportunidad”.

Y es que La Cicloteca son 100 metros cuadrados destinados íntegramente al mantenimiento de la bicicleta. “No todo el mundo tiene la posibilidad de tener herramientas o el simple espacio para limpiarla o repararla a gusto. Pues La Cicloteca resume todos los problemas que tiene un ciclista en una solución”, explica Bandrés. En este negocio se ofrecen servicios como el clásico taller de reparación y venta de piezas, un espacio de autoreparación, herramientas y consejos sobre mantenimiento, lavadero, biblioteca especializada, un parquin de larga estancia, venta de bicis de segunda mano, restauración y customización, así como alquiler. “Si hay algo que algún ciclista necesite y pueda ayudarle, que me lo diga”, resume Bandrés.

JOYAS. En este espacio de culto a la bici se pueden encontrar verdaderas joyas como la bicicleta original del carnicero de Cala Llonga de los años 30. En los primeros años de vida del negocio, este emprendedor empezó arreglando 12 bicis de 12 y en la actualidad dispone de una flota de 25 en alquiler y otras 20 que tiene a la venta. La franja de precios va desde los 50 o 60 euros para adulto, que son “bicis restauradas y arregladas y viejitas, pero con historia y calidad de antaño, ideales para pasar la temporada, aunque para el que necesita todos los días un vehículo siempre aconsejo buscar algo superior” hasta los 300 o 500 euros, que son bicicletas de “alta calidad a mitad de precio”.

Entre sus planes de futuro está crear una coopeativa de trabajo “donde podamos dar rienda suelta a toda la potencia que tiene Eivissa en el ámbito ciclista”. Arturo Bandrés confiesa que tiene la “espinita” de no haber conocido Mallorca “porque nos llevan años de ventaja en el ámbito ciclista” y, aunque no descarta montar algo allí, lo ve un poco lejano.

Por el momento seguirá organizando salidas en bici para concienciar de su uso. En la actualidad, el último viernes de cada mes hace salidas “sin ánimo de lucro, incluso se prestan bicis gratis a quien no tenga” con el claro objetivo de “conseguir devolver el espacio que teníamos en la calle y se nos ha arrebatado por los coches”. Bandrés tiene claro que una bici equivale a un coche menos en la isla de Eivissa, lo que ayudaría a disminuir la saturación. Además lanza una propuesta valiente a las administraciones. “Yo lo veo claro y facilísimo. Ahí va el pulso: cinco grandes parkings y bicis plegables y de alquiler”. Otra propuesta que lanza es que se pudieran subir las bicis a los autobuses: “La unión de los buses con horarios y bonos lógicos y adaptados para bicicletas sería la solución perfecta. Móntate en un bus que salga cada media hora desde Sant Antoni o Santa Eulària con tu bici por 2,5 euros y verás como las carreteras se quedan vacías y tú llegas a tu trabajo en la mitad de tiempo y sonriendo”, explica Bandrés, que defiende los carriles para bicicletas.