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El eterno debate entre conservacionismo y desarrollismo que divide a los menorquines y que paraliza o preserva, según el prisma con el que se mire, parece que quiere abrir un nuevo intento de diálogo para su superación con la puesta en marcha de las Directrices Estratégicas impulsadas por el Institut Menorquí d’Estudis (IME). El quo vadis Menorca, del que alguna vez he hecho referencia en este mismo espacio, busca aglutinar una entente que sea capaz de superar ciclos políticos. Se inicia, pues, un proceso para marcar líneas de futuro que permitan crear un espacio de consenso serio, bien fundamentado, científicamente orientado y que pueda ofrecer respuestas a temas de calado como la energía y los recursos, el territorio, la sociedad y el modelo económico, así como la cultura. Como afirmaban en la presentación, se pretende dotar a la sociedad menorquina de la información necesaria para que disponga del adecuado conocimiento y sus implicaciones. El propio director del IME, Jaume Mascaró, explicaba que gracias a esta directrices podremos adoptar una mirada estratégica a largo plazo, podremos soñar pero con fundamento.

Ingredientes todos ellos esenciales para salir de este cruce en el que nos encontramos. Procuraré seguir las recetas de esta cocina nueva porque me interesan mucho las conclusiones a las que se llegue para aprender y dialogar aunque, si tengo que ser sincero, libros de cocina se llevan escribiendo en esta isla desde los tiempos de Fra Roger y me parece que en el Consell Insular ya existe un fondo de biblioteca inmenso de planes y estudios sobre lo que se podría o se debería hacer. El origen del problema no sé si radica en que invertimos demasiado tiempo estudiando y luego se nos agota la energía en la ejecución pero, como dice el refranero, el movimiento se demuestra andando. ¿Por qué somos un triste ejemplo en sostenibilidad si nos llenamos la boca de Reserva de la Biosfera desde 1993? ¿Cómo es que tenemos tanto potencial pero nos quedamos siempre en el enunciado? ¿Hemos perdido el tiempo escuchando al viento y mirando al cielo? No son sensaciones, son hechos tozudos que luego nos sonrojan viendo que la economía menorquina solo ha crecido el 0,3 en doce años, tal y como evidenciaba el estudio publicado por la Fundación Impulsa que dirige el eminente economista Antoni Riera y difundido la semana pasada en el Diario Menorca. La indefinición nos está pasando factura y al final será el ahogo económico el que acabe marcando nuestro destino.