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El pasado mes de febrero grupos defensores de los animales, entre ellos el Pacma, sacaban a la calle a 500 personas en Eivissa para protestar contra la decisión del Govern balear de sacrificar a las cabras del islote de es Vedrá.
Y es que 500 personas -sí, 500 personas- no parece que sean muchas y una causa tan noble podría haberse hecho acreedora de un mayor poder de convocatoria.

Medio millar de personas... como digo, no son muchas. Tal vez la gente daba por amortizada la vida de los bichos y consideró inútil siquiera molestarse en acudir, tal vez tuviera mejores cosas que hacer o, ¿quién sabe?, pensara que tenían que ser otros los que fueran en su nombre.

Si hablamos de levantamientos populares, también podemos hablar de la tan criticada reforma laboral del Partido Popular. La dichosa reforma parece que molesta a agrupaciones sindicales y grupos políticos de izquierda pero la realidad es que sigue viva –muy viva– y la que ha muerto es la XI Legislatura, se han disuelto las Cortes y vamos a nuevas elecciones.

El primero de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, hubiera sido una excelente oportunidad para reivindicar todo lo reivindicable y que los líderes sindicales se hubieran visto arropados por los suyos. El resultado fue otro…

Según todos los medios a los que he tenido acceso, solo 150 personas asistieron a la manifestación en Eivissa. Parece que el lema “Contra la pobreza salarial y social. Trabajo y derechos” no despertó el suficiente interés. No sé cuántos políticos profesionales habría, pero seguro que muchos, sobre todo porque esto ya huele a elecciones generales y hay que dejarse ver.

Es decir que si quitamos de ese centenar y medio de manifestantes a los que iban “por motivo del cargo”, la convocatoria de los sindicatos levantó muchísimo menos interés que la defensa de las cabras de es Vedrá.

Tengo la impresión de que no fueron ni los liberados sindicales, a los que supongo en más de un centenar. No sé cómo se explican luego estas cosas en los centros de trabajo.