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La eclosión en 2008 de la crisis económica sistémica que todavía estamos padeciendo, nos alentó a estudiar anualmente la evolución del llamado rating miseria, la recreación analítica del postulado de Arthur Okun que se obtiene por la suma del ratio de desempleo y del déficit fiscal, y que es uno de los marcadores de la salud macroeconómica de los países.

Reclamamos de los gobiernos, nacionales y europeo, la adopción de medidas proactivas que desarmen esta crisis económica que se ha convertido en una auténtica pandemia, en la que se van solapando todas las crisis posibles: financiera, energética, social, política, migratoria, etc. etc.

La foto finish de 2015 de reparto de medallas de este deshonroso maratón concede la de oro, por tercer año consecutivo, a Grecia con un total de 27,5 puntos, y Portugal (con 26,6) pasa del bronce a la plata en favor de España, que en 2010 y 2011 ocupó el primer puesto, bajó a la plata en 2013 y 2014 y finalmente en 2015 queda con el bronce con un total de 23,4 puntos (19,2 de la tasa de desempleo y 4,2 del déficit fiscal, aunque se da por hecho que la cifra final rondará el 4,5% del PIB).

El problema básico de España es el paro, que sigue siendo uno de los mayores desequilibrios macroeconómicos al que nos enfrentamos, que duplica el de la eurozona y que tiene, según todos los analistas, un elemento estructural muy difícil de eliminar y con un desempleo de larga duración que afecta a 2.328.700.personas. No obstante en términos generales la evolución del paro en 2015 ha sido ligeramente positiva ya que el número de desempleados se redujo en 678.200 personas.

Hay que apostar sin demoras en profundas reformas tanto en el campo educativo, mejorando los planes de estudio, adaptándolos al mercado laboral, como en el ámbito laboral, creando programas proactivos de formación para los grupos más vulnerables.

El déficit público es el otro caballo de batalla de nuestro panorama macroeconómico. Las presiones de Bruselas para que España cumpla con su compromiso de reducir el déficit fiscal en el año 2016 al 2,8% es tarea prácticamente imposible, partiendo de una desviación presupuestaria de 8.000 M €, que elevan el déficit estimado por la comisión al 3,6%.

Hay otros marcadores que ratifican el deterioro de nuestro estado de bienestar como: la tasa de pobreza (por debajo del 60% de la renta media), con el 27,2%, y tendencia a ensanchar la brecha entre ricos y pobres; fracaso escolar, uno de cada cuatro jóvenes españoles son “ninis” que ni estudian ni trabajan; economía sumergida del 22,8% (16% media de la UE); índice de percepción de corrupción, en el ocupamos el puesto 36 de un total de 167 países analizados, y por detrás de Botsuana, a título de ejemplo y otros indicadores que no son favorables para nuestro país.

Pero si se dice que el dinero no hace la felicidad, tenemos también indicadores que nos sitúan en un liderazgo de oro en Europa con una esperanza de vida de 86,1 años de media y solo superada a nivel mundial por Japón.

Queridos lectores, confiemos que nuestros males encuentren remedio, podamos corregir los defectos estructurales de nuestra economía y quedamos emplazados para el próximo año, con la esperanza de que el titular del artículo sea que ya hemos salido del medallero del rating miseria de la eurozona.