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El Santuari de Lluc no es una empresa al uso. Obtener beneficios no es el objetivo, sino mantener el santuario y sus aledaños en perfectas condiciones. Los Missioners dels Sagrats Cors, conocidos popularmente como los coritos, dirigen el monasterio desde 1891.

Sebastià Sureda es el gerente, apuesta por la modernización como vía para llegar a la autofinanciación. “No es fácil, puesto que las características del Santuari, con las paredes de un metro de grosor e instalaciones antiguas, requieren un importante esfuerzo inversor de forma constante”, explica, y asegura que “aquí las obras se saben cuándo empiezan pero nunca cuándo acabarán”.
El Santuari tiene una media anual de 41 trabajadores y durante el pasado 2014 las pérdidas fueron de 100.000 euros.

Incrementar los ingresos es fundamental, pero racionalizar el gasto es también vital. En este sentido, el monasterio invirtió unos 300.000 euros para instalar calderas de biomasa. La factura eléctrica se ha visto reducida de 120.000 euros a los 50.000 actuales.
El número de visitantes se ha incrementado en los últimos años, alcanzando los 412.002 el pasado 2014, mientras que un año antes fueron 406.674 y 372.524 en 2012. Además, de forma lenta pero constante, está variando la fórmula de cómo llegan los visitantes. Aumenta el número de coches que arriban al santuario, al tiempo que disminuyen los autobuses. Durante el pasado año, los coches alcanzaron el 75,1% del total de los vehículos, fueron el 73,3% en 2013 y el 72% en 2012.


AUMENTAR EL GASTO. Uno de los grandes retos del santuario es rentabilizar el número de visitantes. Conseguir que los turistas que arriban a Lluc aumenten su gasto allí no es fácil, si bien durante 2014 se incrementó un 20,94% el número de visitantes del museo y diferentes espacios.

El libro de familia, desde hace ya muchos años, no es necesario para hospedarse en Lluc. El Santuari, además, cuenta con un gestor turístico, que es el encargado de negociar con los touroperadores, y dispone también de un motor de reservas. “Es fundamental. Ejerzo de gerente desde 2006 y nuestra comercialización ha mejorado mucho en los últimos años, aunque nuestras posibilidades de mejora son muchas aún”, asegura.

Hoy por hoy, el Santuari dispone de una Escolanía, la hospedería, una tienda de objetos de regalo, una panadería, además de haber cedido la gestión de diferentes restaurantes y servicios.

Una de las señas de identidad del Santuari es la Escolanía, deficitaria pero absolutamente prioritaria. Los popularmente conocidos como blauets fueron creados en el año 1531 por el prior Vaquer. Desde entonces, han cantado de forma ininterrumpida. La Escolanía contó durante el pasado curso con un total de 55 niños, que acuden de lunes a viernes a la escuela concertada del santuario, que dispone de una quincena de profesores. Además, Lluc ofrece también a sus alumnos una completa enseñanza musical. “Es un colegio concertado, pero los alumnos solo pagan alrededor de un 33% de los gastos de su estancia”, explica Sureda.

HOSPEDERÍA. La hospedería tiene un gran potencial de crecimiento, puesto que la ocupación media durante el pasado 2014 fue solo del 40%. Se trata, sin duda, de uno de los primeros hoteles de Balears, puesto que funciona como un lugar de acogida de peregrinos desde hace siglos.

Dispone de 81 habitaciones y un total de 39 apartamentos, todos ellos equipados con cocina, calefacción, televisión... Pone a disposición de los clientes siete habitaciones individuales, 35 dobles, 36 dobles superiores, dos suites y 23 apartamentos para 2 o 3 personas, además de los 17 estudios ubicados en los porxets exteriores del monasterio. Los tradicionales porxets están siendo rehabilitados de forma paulatina. Algunos están alquilados todo el año desde hace años, mientras que otros son una habitación más. Entre todas las habitaciones destaca una, la 103, que Sureda define como la habitación del Bisbe, porque es la más lujosa, con una decoración típica mallorquina.

En los últimos años, la inversión para mejorar la confortabilidad de las habitaciones ha sido constante, “si bien nos queda mucho por hacer”.

La práctica totalidad de las puertas de las celdas de Lluc han sido cambiadas y las habitaciones presentan un aspecto sencillo pero moderno y confortable. Un buen número de habitaciones dispone ya de nevera y año tras año se compran nuevos refrigeradores. Todas, sin excepción, disponen de televisor, aunque ahora se están cambiando por mejores aparatos.

Sureda destila optimismo cuando habla de la hospedería, e insiste en explicar que “Lluc no es un hotel” al uso. El gerente señala que “intentamos dar servicio a los huéspedes como si el Santuari fuera un hotel”, si bien recuerda que, por ejemplo, “nosotros no hacemos las camas a los clientes”, aunque sí disponen de un servicio de limpieza.

Lluc hace también su pequeña aportación a la desestacionalización, puesto que la temporada alta es de marzo a mayo, además de los meses de septiembre y octubre, que es el mejor momento para hacer senderismo y cicloturismo.

En este sentido, el monasterio ya dispone de un habitáculo en el que los cicloturistas pueden dejar su bicicleta. El Santuari se ha convertido en un punto de partida inmejorable para multitud de excursiones. En los alrededores del santuario se encuentran cumbres tan emblemáticas como el Massanella, el Tomir, el puig den Galileu... y abundan torrentes como el de Pareis o el de Mortitx.

El Santuari explota directamente el bar-restaurante Sa Fonda, situado en el interior del monasterio. Da servicio a los clientes hospedados en régimen de alojamiento y desayuno, media pensión o pensión completa. El Santuari tiene también dos restaurantes exteriores -Ca s’Amitger y Restaurante Font Cobert-, si bien no los explota directamente, sino que los tiene arrendados. Además, tiene también alquilado el Cafè Sa Plaça, situado en el exterior del santuario.

La tienda de recuerdos es explotada de forma directa por el santuario, al igual que la panadería, si bien Sureda precisa que “es una ruina, pero estamos en la obligación de ofrecer este servicio al visitante o al huésped”.

Una empresa externa regenta el parking de nueva creación y el museo. “Durante años eran multitud los turistas que arribaban a Lluc, visitaban las instalaciones y no aportaban nada al santuario. De hecho, solo entre un 5% y un 10% de los visitantes compra en la tienda de recuerdos”, asegura Sureda. Lluc pretende mejorar sus servicios al visitante de forma paulatina, pero sin pausa. De esta manera, la concesionaria del parking y el museo gestiona también un parque infantil. “Es una oferta más para los visitantes, ya que durante los fines de semana son muchos los niños que visitan el Santuari. Es un ‘chiki park’ diferente, peculiar, puesto que los niños tienen la oportunidad de aprender las diferentes leyendas de Lluc”, señala.

El Museu se encuentra ubicado en parte de la primera y de la segunda planta del santuario. Fue inaugurado en 1952 con una sección de arqueología y diversas aportaciones privadas. En 1971, Antoni Mulet donó su colección privada, que contiene indumentaria popular, mobiliario tradicional, joyería, pintura... En 1984, centenario de la coronación, se incorporó al museo una muestra de pintura y escultura contemporánea. Posteriormente, la colección de Josep Coll Bardolet enriqueció el museo. Finalmente, en 2004 se creó la sala Bujosa Rosselló de artesanía textil mallorquina con objetos y maquinaria de la empresa familiar. El museo cuenta con ocho salas: arqueología, tesoro, sala mallorquina, imágenes sacras, cerámica, Josep Coll Bardolet, pinacoteca y artesanía textil.

El Santuari fomenta durante el año diferentes actividades con la intención de incentivar la visita. La Fira Natura i Esport, en marzo; la ya tradicional Fira de la Serra de Tramuntana, en octubre, y la Fira de Nadal, en diciembre, contribuyen a mejorar los números del Santuari. Una de las asignaturas pendientes es rehabilitar las denominadas cases de ses posades, que se encuentran entre el forn y el Ajuntament d’Escorca.

Sureda tiene claro que es imprescindible adecentar las casas para poder alquilarlas y conseguir un rédito, si bien no puede precisar cuándo estará en disposición de afrontar la inversión necesaria.