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Las declaraciones de la secretaria de Estado de Turismo, Isabel Borrego, asegurando que como consecuencia de la ecotasa Balears perdió más de un millón de turistas en aquella legislatura, han sido desafortunadas. Durante aquellos años el mercado alemán en España disminuyó en casi dos millones de turistas, debido a diversos factores tanto de oferta como de demanda: bombas de ETA en las playas, eclosión del mercado turco y, en pequeña medida la percepción en Alemania, gracias al diario Bild, de que sus nacionales no eran bien recibidos en Mallorca.

El problema con la ecotasa nunca fue económico; los clientes, especialmente los alemanes, estaban y están dispuestos a pagar unos euros más si lo recaudado se dedica al mantenimiento del medio ambiente, sino que fue un problema político, de comunicación y especialmente de oportunidad.

El PP, apoyado por hoteleros y touroperadores, encontró un motivo para desgastar al Govern, que no supo reaccionar a la falsa acusación de que estaba en contra del turismo de masas, especialmente del alemán. El momento para el establecimiento de la ecotasa no pudo estar peor elegido, cuando ya se sabía que la coyuntura internacional era negativa y que el turismo iba a disminuir, facilitando la acusación de causa-efecto. La obligatoriedad de que el hotelero se convirtiera en recaudador y la ausencia de una moratoria que diera tiempo al touroperador para incluir el precio en el catálogo de la siguiente temporada fueron los últimos clavos en el ataúd de la ecotasa.

El nuevo Govern quiere imponer una tasa turística, que bajo ningún concepto debería llamarse ecotasa. Se puede discutir sobre la conveniencia o no de la misma, pero con argumentos veraces. Si la tasa es finalista, sus ingresos se dedican a objetivos relacionados con el sector, si se negocia adecuadamente, si se da tiempo a los operadores para que puedan incluirla en sus catálogos antes de empezar a cobrarla, y sobre todo, si se comunica con efectividad no tiene por qué afectar negativamente al número de turistas que vayan visitar las Islas en los próximos años, especialmente en una coyuntura positiva, tan distinta a la de 1999-2003, como no ha afectado en ninguno de los destinos en los que está implantada.