Colmado Santo Domingo | Guiem Bisquerra Alcover

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Los tradicionales colmados han pasado a mejor vida. La proliferación de grandes superficies y de supermercados de proximidad han ido matando los comercios más pequeños. La especialización y el trato familiar son el salvavidas que ha posibilitado la subsistencia, aún hoy, de algunos colmados.

En el casco antiguo de Palma, muy cerca de la céntrica plaza de Cort, abre sus puertas el Colmado Santo Domingo. Los clientes ya no son los vecinos de la zona, sino los turistas que buscan productos típicos de Mallorca. Pedro Amegual es el propietario, que ha vivido la transforación de su establecimiento, especializándose ahora en el consumidor turístico.

Tras 80 años trabajando en la elaboración de sobrasadas de primera calidad, el Colmado Santo Domingo disfruta de gran fama. Además, comercializa quesos, vinos, el típico pan de higo, confituras y otros derivados del cerdo como el camaiot y la butifarra, entre otros. Esta típica tienda, pequeña y estrecha, de aproximadamente ocho metros de largo, ha sido reconocida por prestigiosas revistas de gourmet y guías turísticas. “Nosotros tenemos nuestra página web y formamos parte de buscadores online para que el turista sepa dónde encontrarnos, ya sea como colmado o como tienda de comida para llevar”, explica el dueño.
Otra cosa que caracteriza a los colmados, además de su pequeño tamaño, es la diposición de los productos. El Colmado Santo Domingo es peculiar por muchos y diferentes aspectos. Hay sobrasadas colgadas en todos sitios. El impacto visual agrada a los clientes. “Lo que más les choca es tanto colorido en tan poco espacio, pero a medida que se van acercando el sentido del olfato se encarga del resto”, explica.

Ya son tres las generaciones que han llevado las riendas del local trabajando de la manera más artesanal posible y abasteciéndose de los mejores productos hechos a partir del porc negre mallorquí. “Es la única raza porcina autóctona que se conserva en la isla y se diferencia claramente de otras razas foráneas”. El Govern balear ha realizado, a través de su Consejo Regulador, una normativa y algunos cauces comerciales para la producción y difusión de esta raza. La Associació de Ramaders de porc negre mallorquí es la encargada de llevar a cabo esta normativa y favorece el mantenimiento de esta raza porcina. Son los mismos ganaderos los que incluyen actividades de demostración y ferias de la especie porcina, saltando cada vez más a mercados internacionales como el japonés, con un alto poder adquisitivo.

Volviendo al colmado que nos ocupa, estos pequeños comercios sobreviven ahora gracias al turismo de calidad. Por este motivo, Pedro Amengual está especialmente preocupado por los incidentes turísticos que tuvieron lugar el pasado verano en Magaluf. “La degradación del turismo es un factor a tener en cuenta y que debe preocuparnos a todos. Mucha gente, pero poco negocio”, analiza el dueño. Amengual aboga como solución por apostar de una forma clara y decidida por el turismo de calidad, luchando contra la estacionalidad promocionando Mallorca como un destino que, además de sol y playa, ofrece otros muchos atractivos.
Paralelamente, Amengual considera imprescindible la promoción de los productos autóctonos. El dueño del Colmado Santo Domingo se queja de que los negocios de hoy en día apuestan por lo importado y barato, dejando de lado el linaje balear. “El Govern debería promover que los turistas llegasen antes a las islas, se apuesta por un turismo de baja calidad y no se aprovecha al máximo la temporada baja”, cuenta Amengual.

Renovarse o morir, esta es la mentalidad que estos pequeños locales tienen que adoptar ante la actual situación turística y económica. Pero ante el cierre de muchos antiguos comercios del casco antiguo de Palma, el Colmado Santo Domingo perdura.