Kiko Muñoz y José Moreno, socios y gerentes de El Paladar.

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Los proyectos como El Paladar, que se hilvanan desde abajo y acaban convirtiéndose en un caso de éxito, siempre tienen un sabor especial. Y no porque estemos hablando de una empresa que se dedica a vender y distribuir productos delicatessen a particulares y hostelería, sino porque la esencia de la empresa es la historia de dos amigos muy trabajadores que, estando detrás de un mostrador, un día decidieron cambiar sus vidas para siempre.

Con una facturación de 2,3 millones de euros, más de siete puntos de venta en Menorca, entre tiendas propias y córneres comerciales, una treintena de empleados y unas perspectivas de expansión a corto plazo, El Paladar Jamonería y Delicatessen cumple diez años habiendo conseguido pasar de vender 800 jamones el primer año que abrieron en Ciutadella a doce mil, el año pasado.

Kiko Muñoz y José Moreno trabajaban como charcuteros en unos conocidos supermercados de Ciutadella. Después de once años aprendiendo el oficio y conociendo el producto, les surgió la idea de abrir una tienda propia. “Notábamos que los clientes habituales demandaban algo más de lo que se ofrecía y con este pretexto nos lanzamos a la aventura en octubre de 2003. Alquilamos enseguida un local y estuvimos un año antes de abrirlo, trabajando entre semana en el súper y practicando los domingos”, explica Kiko Muñoz, cofundador de la empresa. “Éramos tan novatos que invertimos un montón de tiempo pensando en cómo organizarnos, buscando proveedores y haciendo nosotros mismos la reforma. Teníamos poco dinero y nos lanzamos a la piscina sin demasiado respaldo de los bancos”, añade.

La inauguración de la primera tienda en la calle Creu de Ciutadella fue el 4 de diciembre de 2004 y la anécdota que más recuerdan los dos socios es que a falta de dos semanas para abrir, con todos los muebles y el parqué montado, se produjo una inundación a consecuencia de una espectacular tromba de agua que añadió más presión a los nervios iniciales.

La aceptación de la nueva tienda de productos de calidad fue muy rápida y en tres meses tuvieron que contratar el primer empleado. “Creo que el éxito se debió a nuestra filosofía por conseguir ofrecer un producto gourmet a un precio asequible, haciendo una labor previa de compra muy selectiva, añadiendo surtidos exclusivos, satisfaciendo también la función de colmado de barrio con producto artesano y cercano”, explica Kiko.

SERVICIO INNOVADOR. “La presentación en tienda también fue innovadora, muy parecida a las tiendas gourmet de Barcelona o Madrid en las que nos inspiramos y que nos sirvieron de referente, y a las que hicimos visitas de prospección para aprender”, añade. “Elementos fundamentales como la luz, la disposición de producto, los toques de calidad que diferencian unas tiendas de otras o la atención profesional”, detalla el gerente.

“En paralelo también nos abrimos al mundo de la hostelería para poderlo proveer de nuestro producto diferenciado, conscientes de que no solo queríamos dedicarnos al cliente final. Llenábamos la furgoneta y salíamos a vender entre los dos”, explica José Moreno, cofundador de El Paladar.

El crecimiento fue constante y al cabo de tres años inauguraron su segunda tienda en Maó, ante la creciente demanda desde el otro extremo de la isla. En junio de 2008 decidieron abrir su tercera tienda en una céntrica calle de Ciutadella y, poco a poco, el almacén de cien metros cuadrados se fue quedando pequeño. Cada año que pasaba, los viajes de selección y compra de piezas de jamón que los dos menorquines realizaban por tierras andaluzas en marzo y septiembre eran más largos. El volumen de consumo crecía exponencialmente.

En enero de 2011 se trasladaron a un almacén nuevo de 350 metros cuadrados con sala de deshuesado, corte y cámaras frigoríficas. “Hemos visto crecer el consumo de jamón en Menorca en diez años. Marcas de prestigio como Cinco Jotas nos han hecho distribuidores exclusivos en Menorca. De hecho, actualmente disponemos de una persona que cada día deshuesa cuarenta jamones para poder atender las necesidades de nuestros clientes”, explica Muñoz.

En junio de 2012 abrieron su cuarta tienda en es Mercadal y al cabo de un año, dos córneres de producto en la Cooperativa San Crispín y el supermercado Suma de Alaior y Ferreries. También han estado abiertos desde el segundo año al comercio online de sus productos, especialmente para la clientela de verano que ha quedado fidelizada a lo largo de todos estos años. “Estas Navidades hemos mandado jamones a Suiza, Italia y Londres porque tenemos capacidad para poder servir a toda Europa. La venta online también está creciendo mucho”, indica Moreno.

Otra de las actividades más visibles de El Paladar, que tiene una plantilla media de veinticinco empleados durante todo el año, ha sido la participación en eventos.

CORTADORES DE JAMÓN. Y es que los dos nuevos empresarios ganaban clientes pero también destacaban como cortadores de jamón, tal y como lo demuestran los concursos en los que participaron. Kiko Muñoz fue escogido el mejor cortador de jamón de España en el campeonato nacional de cortadores del Salón Gourmet de Madrid en 2010 y su socio José Moreno quedó en segunda posición al año siguiente. Esta notoriedad les ha permitido poder participar en eventos internacionales como la feria gastronómica de Milán, a la que han sido invitados como cortadores.

El Paladar también se ha convertido a lo largo de este decenio en proveedor de lotes y regalos de empresa, una línea de negocio que les ha acabado de posicionar como uno de los referentes a nivel insular, diferenciados por crear lotes de producto balear delicatessen. “El queso de Son Mercer de Baix de Ferreries, por ejemplo, es uno de nuestros productos estrella”, añade Kiko Muñoz.

NUEVO ALMACÉN. Este 2015 han estrenado un moderno almacén de 400 metros cuadrados en el polígono industrial de Ciutadella donde poder centralizar mejor sus operaciones y que todavía no han podido inaugurar. Asimismo, en julio del año pasado han incorporado al accionariado un tercer socio capitalista que les va a facilitar su proceso de expansión hacia Balears, en un objetivo que todavía no han acabado de concretar pero que se ha convertido en una prioridad a corto y medio plazo.

“Tenemos muchas ganas de exportar nuestra manera de hacer las cosas. No ha sido fácil llegar hasta aquí y estamos contentos del resultado porque en 2014 hemos crecido un diez por ciento en facturación después de pasar un año estancados”, explica Kiko. El espíritu empresarial y emprendedor de estos dos jóvenes empresarios no cesa para traspasar las fronteras de Menorca.