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Como mallorquín de adopción, he disfrutado en estas fiestas navideñas de la llegada de amigos, hijos y otros familiares, que durante el año residen en diferentes países y continentes. Algunos vienen de grandes ciudades del norte de Europa donde impera el frio, la lluvia y los cielos grises, y otros nos visitan desde regiones más templadas, que son destinos turísticos de sol y playa en invierno. Nuestras conversaciones y tertulias a la hora del aperitivo, después de las comidas o tomando un café con o sin copa, han tenido nuevamente un “debate estrella”: ¿por qué no somos capaces de atraer a los turistas en invierno?

En primer lugar resaltar que a todos les parecía que, comparativamente, llegar a las Islas y a Palma en particular, es excesivamente caro – aquellos que no son residentes de las Islas estimaron que el coste de enlace de vuelos directos superaba los 200 euros desde Londres, París, Dusseldorf, Frankfurt, Múnich, Madrid, Barcelona, etc. Y si hay que añadir una conexión dentro de España, Europa u otro continente supone cerca o más de 500 euros por persona…

Pronto, todas las conversaciones se tornaban en alabanzas a Palma, ciudad, y a la isla de Mallorca en su conjunto. Lo preciosa que está la ciudad en Navidad, los paseos por el Born, las terrazas, los escaparates de Jaume III y calles aledañas, la creciente presencia de marcas de lujo, el encanto discreto de las Rambles, la amplia oferta de nuevos restaurantes y bares de copas y hoteles boutiques urbanos, entre otros, protagonizaban el comentario general de los visitantes.

Todos estuvimos de acuerdo: como ciudad-destino, Palma no tiene nada que envidiar a otros destinos urbanos en los ámbitos de cultura, vida social, compras, restauración, etc. Competimos sin complejos con todos en el entorno mediterráneo. De hecho, concluimos que, si ello existiera, podríamos pretender para Palma la capitalidad del Mare Nostrum.

¿En qué país, ciudad o región es posible encontrar algo parecido a Palma en invierno? La respuesta fue unánime: en ninguna como en Palma, aunque no faltó la variedad de visiones, sobre todo atendiendo a la diferencia de edad entre los tertulianos. Se citaron destinos de todos conocidos como Caribe, Ciudad del Cabo, San Diego, Los Ángeles, Marrakech, Niza, Montecarlo, y Palma ganó. Siempre.

En casa recordaremos durante todo el año estas entrañables tertulias, acompañadas por un sol radiante y un cielo inmaculadamente azul, y el maravilloso Mediterráneo al frente. Pero además de hablar, hay que trabajar; por ello, finalizado 2014, quiero ante todo felicitar y darle las gracias al trabajo espléndido de la Fundación Palma 365, germen de un nuevo posicionamiento de nuestro destino y generador de múltiples cambios en el producto turístico “invierno” y el acercamiento a los principales mercados emisores, y que en 2015 continuará luchando para conseguir también más plazas de avión en invierno y a precios razonables.

Y, como responsabilidad de todos, actores públicos y privados, medios de comunicación y estrategas del sector, debemos trabajar para transmitir la sensación de bienestar presente en mi pequeño grupo de tertulianos, a nuestros amigos de los mercados del norte de Europa, hasta conseguir generalizar entre ellos el convencimiento de que Palma, y toda Mallorca, les espera para escaparse de sus fríos, grises e interminables inviernos.