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Este mes de diciembre, he tenido la oportunidad de preparar dos reportajes sobre sectores productivos de la isla. Dos fotos fijas de realidades bien distintas. Hace escasamente una semana publicaba una radiografía sobre el pasado, presente y futuro de la bisutería menorquina en la que destacaba el resurgir que está viviendo estos últimos años, gracias al esfuerzo en promoción que están llevando a cabo los fabricantes, adaptándose a la nueva coyuntura de valor añadido, sacrificando sus márgenes de beneficio a corto plazo y pensando en un futuro más esperanzador, tal y como afirmaba el presidente de su patronal, José Moreno. Sin duda se vivieron tiempos de gloria cuando Menorca era la capital de la bisutería porque los grandes fabricantes de nuestro país estaban aquí o cuando Maó acogía ferias internacionales. Aquellos tiempos difícilmente volverán pero el lamento se ha sabido canalizar como motor de cambio.

La semana que viene publicaré otro reportaje monográfico, esta vez sobre la pesca en Menorca, donde traslado las conclusiones del primer estudio que se ha hecho sobre este sector primario. Sin embargo, el escenario presenta una realidad económica bien distinta, en el que será necesaria la implicación de todos los actores posibles para despejar la incertidumbre que pesa sobre su futuro. La radiografía de las pesquerías presenta un déficit en mejora de la gestión, en comercialización de productos y en inversiones en puerto, tal y como apunta el consultor que ha hecho el estudio, José Carlos Macías. Las soluciones no serán fáciles ni puntuales sino que demandarán de un conjunto de actuaciones bien estructuradas.

Si bien la Administración está preparando un plan de desarrollo para los próximos años, será necesario aprovechar bien las oportunidades pero denoto una manera de hacer, una manera de organizarse en el mundo de la pesca, que todavía no ha cambiado, o al menos esta es la sensación que transmite. Algunas inciativas esporádicas pero, en general, poca diferenciación de valor añadido que hace que en los puntos de venta, el consumidor acabe recurriendo a las especies más famosos del medio acuático, el rape, la dorada y la merluza. La campaña de producto propio, que desde la Conselleria d’Economia del Consell Insular de Menorca se ha llevado a cabo este mes de noviembre y diciembre, pretendía fomentar el consumo propio pero quizás las cofradías locales debieran pensar también en alguna otra campaña, en alguna otra actividad que contribuya a poner en valor las virtudes del pescado en Menorca.