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Inaugurado en 1998 como una de las atracciones turísticas con más proyección de la isla, el AquaCenter de Cala’n Blanes ofrece más de doce mil metros cuadrados de diversión donde los toboganes, las piscinas y los saltos de agua se combinan con un entorno de zona verde y restaurantes para redondear un día completo en familia. Es un parque acuático que atrae más de 40.000 personas desde hace diecisiete temporadas en una apuesta turística que se suma a la oferta complementaria de Menorca, junto con otros centros acuáticos repartidos por la isla.
En 1971, Jeroni Capella Allés era propietario de una de las empresas bisuteras más importantes de Ciutadella y decidió diversificar, invirtiendo en el incipiente negocio turístico que poco a poco florecía como alternativa. Capella promovió la construcción de uno de los primeros hoteles de la zona, llamado Los Delfines y al cabo de unos años complementó la obra con la construcción de unos apartamentos muy cercanos.


Los hijos de la familia Capella, Carlos y José Luís, prosiguieron el negocio hotelero hasta que en 1998 decidieron convertir el terreno colindante de uso deportivo en un centro acuático. “Basaron su idea en el modelo del Aqualand que el grupo Aspro de Palma tiene en s’Arenal, y también en otros parques que existían en aquel momento en Catalunya”, explica Jeroni Capella. Jeroni es la tercera generación familiar que, junto a su prima Pilar, gestionan el parque actualmente. “Abrimos una primera parte del Aquacenter en 1998 y dos años más tarde hicimos una ampliación con la instalación del área de los toboganes gigantes”, detalla. Ochocientas toneladas de agua, repartidas entre tres grandes piscinas y rodeadas de césped que explota la sociedad Delfines Centre Sport S. L., propiedad de las famílias Capella y Allés.

LOGÍSTICA. En el Aquacenter de Cala’n Blanes, que abre a principios de mayo y cierra a mediados de octubre, trabajan unas cuarenta personas entre socorristas, enfermería, personal de mantenimiento y limpieza del entorno. Además, hay que sumar todo el equipo que lleva los dos restaurantes de los que dispone el centro. “En plena temporada podemos estar recibiendo quinientas personas al día”, detalla el gerente.

TEMPORADA. “Al final de temporada acaban pasando unas cuarenta mil personas, sobre todo británicos, que son unos grandes amantes de este tipo de diversión, aunque también recibimos muchos visitantes locales ya que para los residentes ofrecemos un descuento del cincuenta por ciento sobre el precio de la entrada”, añade. Durante el periodo de cierre aprovechan para realizar tareas de mantenimiento y cuidado del entorno ajardinado. El ejercicio pasado la sociedad de capital menorquín facturó un millón de euros.


Los casi cien metros de toboganes, hidrotubos y recorridos de los que dispone el centro acuático podrían ampliarse en un futuro, ya que tienen el espacio suficiente. “Nos gustaría añadir más atracciones de agua pero está en el aire la construcción de un nuevo parque que la administración parece apoyar, pese a estar en zona rústica, y con la oferta existente de una isla como Menorca, pondría en peligro nuestra expectativa”, explica Capella. “Lo que hemos hecho estos años es mejorar la zona de restaurante, cosa que nos permite abrirlo también para cenas cuando el parque ya ha cerrado. Estamos en un área muy concurrida durante el verano y por eso, intentamos aprovechar para ofrecer el servicio de restauración”, concluye. “También nos hemos volcado en el aspecto solidario, brindando gratuitamente nuestras instalaciones a diferentes colectivos especiales como los niños saharauis que se acogen en Menorca cada año o la Asociación de Niños con Cáncer”, concluye.