Locales cerrados en el Arenal. | Marcos Carreras

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Balears está perdiendo la batalla contra la estacionalidad. Las campañas de promoción no han conseguido posicionar a las Illes como un destino apetecible en invierno. Así lo demuestran las cifras de visitantes extranjeros. En todo caso, se ha mejorado de forma sustancial respecto a principios de los años 90, cuando la práctica totalidad de hoteles cerraba sus puertas al llegar octubre.

Balears recibió el año pasado a 12,56 millones de turistas. Solo en julio y agosto llegaron 4,7 millones. Si se tiene en cuenta la temporada de mayo hasta octubre, el número de visitantes ascendió en esos seis meses a 10,7 millones, que representa el 85% de todos los viajeros, mientras que en enero, febrero, marzo, abril, noviembre y diciembre llegaron 1,86, tan solo un 15% del total.

Las Illes Balears son hoy todavía sol y playa. Los esfuerzos de las administraciones públicas y los hoteleros han servido para prolongar la temporada, pero han sido inútiles para incrementar el número de turistas en noviembre, diciembre, enero y febrero.

Las estadísticas son claras. Desde 2008 el número de visitantes extranjeros a Balears no ha dejado de caer en cuanto llega el frío. En cinco años, la llegada de turistas en invierno ha disminuido un 30 por ciento.

En noviembre de hace cinco años llegaron más de 66.000 turistas, casi veinte mil más que en el mismo mes del pasado año. Es decir, el retroceso ha sido de un 29,92%. El porcentaje de caída es similar en diciembre, con un 28,97% menos de llegadas de extranjeros. En enero, el descenso de 2013 respecto 2009 fue del 37,39% y en febrero, la misma comparación confirma una caída del 29,80%.

Pero el mismo cotejo de enero de 2013 con respecto a 2008 es aún más alarmante, ya que la disminución alcanza el 58,85%. Esto significa que en enero de 2013 se habían perdido más de la mitad de los turistas que llegaban en 2008. Y respecto a febrero, la merma en cinco años es de un 42,39%.

No obstante, esta caída tan pronunciada que se produjo de 2008 a 2009, no solo afectó a la temporada baja, sino que también se registró durante el verano. De hecho, en temporada baja, Balears nunca ha vuelto a los niveles del excepcional 2008. Una única excepción desde ese año 2008 contradice la tendencia descendente durante los meses de frío. Se trata de diciembre del año pasado, cuando el número de visitantes aumentó (2,74%).

ANÁLISIS. El decano de la Facultad de Turismo de la UIB, Bartomeu Deyà; el profesor de Economía Aplicada de la UIB, Jaume Rosselló Nadal, y la gerente de la Federación Empresarial Hotelera de Mallorca (FEHM), Inma de Benito, analizan la estacionalidad, sus causas y sus posibles soluciones. Coinciden en reconocer que el problema sigue vigente y que las campañas de promoción realizadas en los últimos años han sido en vano.

Como demuestran las cifras, se ha intentado alargar la temporada y los meses de invierno han quedado en un segundo plano. “Hemos pasado de una llegada de turistas en temporada baja prácticamente inexistente en los años 90 a una llegada escasa”, afirma Jaume Rosselló. Explica también que “los esfuerzos deben centrarse donde hay más posibilidades de éxito. El clima es una de las principales motivaciones de los turistas durante temporada baja. Alargar la temporada parece más lógico además de más sencillo”.

Inma de Benito recuerda que Baleares es un destino de sol y playa. “Con este posicionamiento, es más fácil comercializar los meses de septiembre-octubre y marzo-abril que el resto del año, cuando el clima no acompaña”, asegura.

HOTELES ABIERTOS. Tolo Deyà argumenta que han bajado tanto el número de establecimientos abiertos en temporada baja como la ocupación de los que quedan abiertos, con lo cual concluye que “la caída en el número de establecimientos abiertos en temporada baja no se debe a una decisión de nuestra planta hotelera, sino a una clara evolución de la demanda”.

Pero si todo el mundo quiere las vacaciones en julio o agosto, ¿se puede ganar la lucha contra la estacionalidad? Jaume Rosselló cree que sí, porque cada vez más se suprimen los periodos largos de vacaciones y se sustituyen por periodos más cortos pero más frecuentes, y esta tendencia favorecería la reducción de la estacionalidad. De Benito apuesta por seguir trabajando en la mejora de la conectividad y por dar más incentivos a las empresas turísticas para que mantengan abierto, al tiempo que aboga por la adaptación de las infraestructuras a las necesidades de la demanda.

CULPABLES. La estacionalidad, explica Inma de Benito, viene dada por factores económicos, comerciales y estructurales. No se puede culpar solo a las aerolíneas o a los hoteleros. En esto coinciden los tres especialistas. “El cierre de establecimientos de alojamiento y la suspensión de rutas aéreas obedecen básicamente a criterios empresariales”, añade Rosselló.

“Ambos actores son piezas fundamentales y se guían por la búsqueda des niveles mínimos de rentabilidad. Es lógico que si no alcanzan el mínimo, decidan reducir o incluso suspender su actividad en temporada baja”, amplía Deyà, que asevera que si Balears fuera capaz de ofrecer productos turísticos de temporada baja con niveles de demanda razonables, ambos sectores aunarían esfuerzos para satisfacer la demanda, como ya sucede en temporada alta.

TASAS.
Parece claro que la rebaja de las tasas aeroportuarias durante la temporada baja contribuiría a aumentar de forma sustancial los visitantes a Balears. Inma de Benito cree que es una condición imprescindible para un destino insular. “Nosotros abogamos por tasas ‘0’ en temporada baja”, afirma. También está de acuerdo con esta medida Tolo Deyà: “AENA juega un papel clave en Balears, y debería ser un actor más activo en el proyecto de desestacionalización”. El decano señala que si AENA adaptara las tasas aéreas a los niveles de demanda existentes en cada temporada, reduciría significativamente las tasas aeroportuarias en temporada baja y haría rentables algunos productos turísticos de la industria privada que ahora no lo son.

Rosselló admite que la política de tasas se está revelando como muy importante para determinadas rutas y que los aeropuertos de las Islas no deberían ser ajenos a estos movimientos. “Una discriminación de precios según temporada sería interesante”, dice. En realidad, los dos profesores universitarios proponen que las tasas aéreas se gestionen según el principio de revenue management, que tiene como objetivo aumentar los ingresos, y para ello, la política es vender a precios ajustados cuando sea necesario y a precios elevados cuando sea posible. Con las tasas aéreas más bajas en invierno, Balears podría atraer a más viajeros.

NICHOS DE MERCADO. “Balears necesita nuevos productos turísticos, facilidades para llegar y alojamiento disponible para convertirse en un destino que los turistas puedan escoger en invierno”, expresa de Benito. Una solución que está encima de la mesa es crear polos de atracción turística, siguiendo el modelo de Bilbao con el Guggenheim o el de París con Eurodisney.

Era la idea que se quería aplicar con las famosas “catedrales” en el depuesto Plan de Remodelación Integral de la Platja de Palma de 2010, que tenía como principal impulsora a Margarita Nájera.

Según Tolo Deyà, “lo importante es desarrollar nuevos productos turísticos integrales que satisfagan segmentos de demanda que actualmente nuestra oferta no cubre. La mera existencia de infraestructuras culturales o turísticas, como parques temáticos o centros de ocio, no garantiza el éxito”.

MÁS SOLUCIONES. ¿A Balears en invierno, quién querría venir? Tanto Rosselló como Deyà creen que el turismo de fin de semana, conocido como city break, tan de moda en los últimos años, tiene en Balears amplio margen de potenciación: “Combinando la información meteorológica del destino y del origen, s que decidan venir tres días, antes de viajar, se podrían ofrecer paquetes de fin de semana para los potenciales turista”, explica Rosselló.

También es factible desarrollar productos turísticos relacionados, según Jaume Rosselló, con el turismo de salud, el turismo rural y el turismo de congresos. Por su parte, Tolo Deyà destaca el turismo sénior (gente mayor que busca disfrutar de un invierno más suave), el turismo de actividades al aire libre (senderismo, golf, turismo náutico), y otros segmentos como el turismo cultural y el turismo gastronómico y enológico. Son diferentes alternativas al tradicional sol y playa, imposible en temporada baja.

Administración y hoteleros buscan soluciones, pero hoy por hoy la batalla contra la estacionalidad se está perdiendo.