Pilar Fortuny, César Lorente y Jorge Serrano, promotores del proyecto.

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El camino del emprendedor nunca es fácil, y más aun si este acaba de salir de la universidad y no cuenta con experiencia empresarial. La Escuela de Turemprendedores intenta tender un puente entre estos estudiantes y el mundo de los negocios, no solo de forma teórica, sino acompañándolos en una experiencia en la que podrán poner a prueba su idea de negocio en el mundo real.

César Llorente, Jorge Serrano, Pilar Fortuny y José María Gilgado son los ideólogos de este proyecto nacido en una incubadora de coworking, y que cuenta con el apoyo económico de Meliá Hotels Internacional y la Cátedra Bancaja de Jóvenes Emprendedores; además del apoyo logístico proporcionado por la Univertistat de les Illes Balears (UIB).

El punto de unión de estos cuatro emprendedores fue la coincidencia en buscar una fórmula mediante la cual impulsar el emprendimiento desde la educación. La experiencia previa en este campo de César Llorente fue uno de los acicates para llevarlo adelante, y no solo a la universidad, ya que su intención es la de ir más allá y que pueda llegar a colegios e institutos.

“Tuvimos la fortuna de contactar con Sebastián Escarrer de Meliá en un evento, se mostró interesado en impulsar la emprendeduría y la educación, y si era en el sector turístico incluso mejor. Con su ayuda y compromiso vinimos a la UIB, que tiene una cátedra que se llama Meliá estudios turísticos, y de ahí ha salido gran parte de los fondos para llevar a cabo este programa, el 80%. El resto lo aporta la cátedra Bancaja de Jóvenes emprendedores, que es otra bolsa de dinero de la UIB, y que también se interesó por el programa y quiso participar con un porcentaje”, relata Serrano.

A través de la Universidad se lanzó una convocatoria a la que acudieron más de 60 estudiantes en último año de carrera o de máster. “La selección fue presencial. Se buscaba sobre todo compromiso, y después ciertas habilidades personales”, recuerda Serrano. Los proyectos encaminados a la desestacionalización de las Islas contaron con un plus, así como los candidatos que hubiesen tenido algún tipo de iniciativa previa.

En los 5 meses que durará este programa, los estudiantes serán guiados en el tránsito del mundo universitario al empresarial. “Tendrán la experiencia de conocer otros emprendedores, empresarios consolidados y establecer relaciones, lo que puede ayudar a acortar el tiempo que necesita un proyecto para ponerlo en marcha. Además, estar con otros que hacen lo mismo también te ayuda”, explica Jorge Serrano.

Para Pilar Fortuny la ventaja de trabajar junto a un equipo que guíe tus primeros pasos es fundamental. “El primer día no sabes ni por dónde empezar, así que nosotros intentaremos que salgan de aquí sabiendo qué opciones hay, y teniendo muy claro lo que están haciendo”.

METODOLOGÍA. El proyecto se desarrolla en dos fases. Una primera teórica, que se lleva a cabo durante dos semanas de intenso trabajo, y una segunda más práctica en la que cada joven emprendedor contará con la tutoría de uno de los profesores. Además, será puesto en contacto con un empresario del ramo al que vaya encaminado su proyecto y se le dotará de cierta formación técnica.

Por este motivo, indica Pilar Fortuny, se decidieron por comenzar con un número reducido de candidatos. “En esta fase lo más importante es la calidad, no la cantidad”. Así, un grupo reducido de participantes permitirá a la Escuela de Turemprendedores comprobar la continuidad que se le puede dar al proyecto. “Ojalá se pueda acabar integrando en los estudios normales de la UIB. Se puede emprender desde cualquier carrera, y todas tendrían que tener nociones de cómo hacerlo”, añade.

El objetivo final es que los participantes puedan dar forma a la idea con la que han iniciado el programa y presentarla ante un cliente. De esta forma, explica Serrano, tendrán la información necesaria para saber si su idea es viable o no.

FASE BETA. Lo bueno de iniciar un proyecto en un ambiente como este es que los estudiantes tendrán tanto a sus tutores como a empresarios colaboradores para indicarles por qué les ha salido mal una u otra cosa, dónde mejorar o en qué facetas hacer énfasis.

Según Jorge Serrano “esto puede tener un doble efecto, que acelere el proyecto o que descubran que no es su mundo. Juntarse con gente que está como tú anima. Hemos querido replicar el coworking en el que estábamos nosotros. El contacto con otros te abre muchas puertas”.

Finalmente, tanto Fortuny como Serrano destacan la “solidaridad” que han encontrado en el sector empresarial para llevar adelante este proyecto, apuntando que fue “relativamente fácil” conseguir apoyos.