Ian Waelder, residente en la prestigiosa Fundación Laurenz-Haus de Basilea

El centro, con sede en la ciudad suiza, ofrece «libertad artística» a creadores seleccionados por invitación

El artista mallorquín Ian Waelder | Foto: Emilio Azevedo

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El artista Ian Waelder decidió emprender un nuevo rumbo en Alemania, donde se estableció hace más de un lustro, aunque siempre ha mantenido un pie en la Isla. Durante todo este año contará con una residencia en Laurenz–Haus, una fundación con sede en Basilea (Suiza) que ofrece libertad artística a creadores seleccionados por invitación. «Recibimos una ayuda económica para realizar obras no vinculadas al espacio y que luego se convertirán en otras exposiciones o proyectos», señala.

Waelder se inició en Mallorca de forma autodidacta en el mundo artístico hasta que comenzó Bellas Artes en el país germano, siguiendo un programa tutorizado que «era muy flexible»», fruto de un sistema de estudios diferente al español. «Me sigo considerando autodidacta», señala el creador, que actualmente está representado por la galería berlinesa de corte internacional Carlier Gebauer, algo que, según reconoce, sí que supone para algunos sectores «cierta legitimidad».

Desde que se graduó en Fráncfort, le están llegando diferentes invitaciones, entre las que destaca su individual Even in a language that is not your own, en Es Baluard Museu de Palma, o la reciente individual Cadence, en la mencionada galería.

Waelder participó la semana pasada en Art Basel, la mayor feria de arte del mundo, donde sus piezas compartieron estand con artistas como Laure Prouvost o Thomas Schütte. «Como feria es un poco igual que todas, pero impresiona el contexto y la escala. Las galerías y los criterios de selección son otros. Notas que hay gente que te comienza a tomar en serio cuando estás ahí», señala el artista, a la vez que califica de «honor» compartir espacio con creadores «relevantes y con tanta trayectoria». También está representado por la galería holandesa Diez, un espacio de «corte más emergente», pero habitual en importantes citas como Frieze, en Londres.

Esa trayectoria internacional de Waelder hizo que la mayor parte de sus proyectos tuvieran lugar fuera de Mallorca. Es el caso de Cadence, su última exposición, una muestra casi inmersiva en la que tuvo «libertad total» para plantear un espacio cambiante, generado a partir de la acción del agua sobre unos cartones, entre otros elementos que condicionaban el espacio del cubo blanco.

Pese a su evolución, el mallorquín considera que queda mucho «poso» del creador que fue. «La exposición de Es Baluard actualizó mi obra para el público mallorquín, ya que estaba algo apartado de los círculos de la Isla por trabajar fuera», señala el performer, que en sus inicios estuvo representado por la galería palmesana L21, antecedente de la actual Florit/Florit. También explica que su interés por el rastro y la cultura urbana, dos de los elementos más reconocibles en sus inicios, «están presentes, tal vez de otra manera, en los que hago ahora». Otro de los elementos que forma parte consustancial de su práctica artística es la memoria y la construcción de identidades.

Waelder participa ahora en una exposición colectiva en la Kunsthalle de Viena, en la que le invitaron a «pensar el lugar en base a otros conceptos». En el caso del espacio de la muestra, que tiene lugar en un cubo de cristal, el mallorquín realizó una intervención lumínica controlando la luz que entra en el lugar, tapando una pared para generar «pequeños ventanales que tiñen otras obras».

El creador también destaca que, de momento y fruto de los precios disparados y de la crisis de la vivienda, no se ve regresando a Mallorca de forma permanente. En lo cultural, y respecto a la Isla, considera que en la escena artística hay «una tendencia a la autocomplacencia» y que «el cuestionamiento crítico es inexistente».