Damià Rotger: «La poesía no puede ser un Tik Tok o un tuit»

El menorquín presentará su nuevo libro, 'Natura elemental', premio Ciutat de Xàtiva, el próximo jueves día 3 en Rata Corner

El poeta y tipógrafo Damià Rotger (Ferreries, 1981) | Foto: T.Ayuga

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Si en Umbilical (Nova Editorial Moll, 2023) poetizaba sobre la muerte de su madre y en Calls al gest (Vincle Editorial, 2023) lo hacía con una muerte más metafórica, ahora Damià Rotger publica un poemario «positivo, vitalista», más conectado a Llibre d’esvalots (Nova Editorial Moll, 2021): Natura elemental. La obra, que publica Bromera, le ha valido el premio Ciutat de Xàtiva. En este caso, el libro está atravesado por la «celebración de la mirada atenta», entendiendo «los ojos como pensamiento vital». «Los ojos no son solamente para ver, sino también para pensar. Este es un ejercicio de exposición donde poetizo las naturalezas elementales, es decir, las que tenemos a nuestro alrededor», apunta el menorquín. Por ello, la mejor manera de presentar el libro es hacerlo a través de la palabra, oral y escrita. La traductora, poeta y música Laia Malo será la maestra de ceremonias y el calígrafo y muralista Sergi Solé escribirá algunos fragmentos en riguroso directo, este jueves 3 de julio a las 19.00 horas en Rata Corner. «Es una manera de demostrar que, como poeta y tipógrafo que soy, vivo por y para la letra», apostilla.

Natura elemental, detalla, es fruto de dos lecturas muy concretas que se han convertido en obras de cabecera para el autor: Odas elementales, de Neruda, y toda la obra de Miguel Ángel Velasco. Del chileno destaca que escribía «odas a las cosas, a un limón, a unas tijeras o a un zapato. Si dedicó toda su trayectoria al amor, la muerte o el tiempo, también quiso dedicar poemas a las cosas». En cuanto a Velasco, resalta «el uso de la mirada como pensamiento visual, haciendo poesía de la atención». «Defendía que las cosas no son o dejan de ser poéticas, sino que lo que cuenta es la intención. De ahí que se pueda escribir un poema de un lápiz, una ola o una mariposa. ¿Y si estuviéramos treinta minutos seguidos mirando un lápiz?», propone.

Sin duda es algo que requiere tiempo, algo que escasea en estos tiempos frenéticos. «La poesía demanda tiempo. Tienes que estar atento a las cosas. Poesía no puede ser un Tik Tok o un tuit», sentencia. Es entonces cuando cobra especial sentido Natura elemental, que celebra la «capacidad de entender que la mirada es un músculo y, como tal, es necesario ejercitarlo».

Así las cosas, otra referencia que planea en estos versos es el concepto de cosología, «la ciencia de las cosas», acuñado por Gómez de la Serna. El término expresa el planteamiento de «somos lo que somos y modelamos la realidad a través de las herramientas que diseñamos. El ser humano, al fin y al cabo, no deja de diseñar y construir ampliaciones del yo: si un oso me ataca, diseñaré una lanza, si no puedo pintar con los dedos, me fabricaré un lápiz. Eso lo estudió Bertrand Russell: cómo necesitamos extensiones para hacer la naturaleza más elemental. Aquí confluyen mis pasiones y es inevitable que el libro, como todo lo que escribo, sea fruto de esa pulsión poética de la mirada. Eso es inherente a mi formación como diseñador de tipografías, gracias a la que he desarrollado esa mirada de lo concreto, las sutilezas. Incluso tenemos una asignatura llamada Anatomía de la Letra», cuenta.

Esa pasión por el detalle también se plasma en la métrica. «Todos los poemas están escritos en cómputo catalán, con versos pares, hexasílabos, decasílabos y dodecasílabos. Aunque muchos conciben la métrica como algo que encasilla una idea o un poema, para mí es una flor en erupción: escribir con métrica te lleva a un lugar. Si una idea no te cabe en una métrica es que tal vez tengas que cambiarla», resuelve.