Mar García Puig reivindica la «corporalidad» de las metáforas y la literatura como espacio no seguro en su nuevo libro

La autora, exdiputada del Congreso de los Diputados, presenta este jueves en la Fira del Llibre de Palma 'Això tan tenebrós' (La Magrana)

Mar García Puig fue, del 2015 al 2023, diputada en el Congreso de los Diputados por En Comú Podem | Foto: RITA PUIG-SERRA COSTA

TW
0

«Las metáforas pueden matar», sentenciaba en los noventa el prestigioso filósofo George Lakoff. Y es cierto. Pero también pueden ser una tabla de salvación. En ese terreno pantanoso penetra Mar García Puig (Barcelona, 1977) en su nuevo libro, Això tan tenebrós (La Magrana/Esta cosa de tinieblas, Debate), un ensayo profundamente personal en el que explora las metáforas cotidianas, poniendo de manifiesto que el lenguaje no es, para bien y para mal, inofensivo. Lo presenta este jueves, a las 19.00 horas, en la Fira del Llibre de Palma junto a Carme Serna. Asimismo, este viernes hará lo propio, a las 12.00 horas, en el espacio Call Vermell de Felanitx.

«A veces, tengo la sensación de que temas como el lenguaje o la metáfora se nos antojan como algo ajeno a nosotros, como si perteneciera a un mundo abstracto de la mente. Por eso me he propuesto reivindicar su corporalidad, demostrar que forma parte de nuestra vida cotidiana y es algo que vivimos desde el cuerpo que, desde el pie hasta el último pelo del cabello, nos impregna completamente», razona la autora.

Las mujeres han sido especialmente carne de metáfora, a través de refranes machistas que se repiten hasta la saciedad, hasta que penetran en lo más profundo de nuestro ser. «Mi abuela hablaba con refranes, en los que siempre éramos animales, objetos, mulas. Son una especie de metáforas fosilizadas, tan metidas en el lenguaje que ni somos conscientes de ello. Si logramos darnos cuenta, tal vez a través del lenguaje logremos cambiar el mundo», señala.

García Puig, que fue diputada en el Congreso de los Diputados de 2015 a 2023 por En Comú Podem, denuncia también el belicismo que se ha apoderado de cualquier discurso, algo que sucede especialmente, reconoce, en política, aunque también se da en las relaciones y el amor. En el ensayo, por ejemplo, reconoce que solía cambiar las metáforas bélicas por las de danza, imaginando que hemiciclo del Congreso como una «gran pista de bailes de salón, o una pesada rave o un bailódromo tropical». «Deberíamos poder imaginar horizontes más allá de ese lenguaje bélico, dándole la vuelta y hacer que sea un potencial esperanzador», sugiere.

El peligro llega, avisa, cuando aspiramos a que el verbo literario se convierta en un «espacio seguro». «Muchas veces buscamos en la literatura una especie de autoayuda, de espacio seguro; pero para mí la literatura no es un espacio seguro, sino que inquieta, conmueve e incomoda. En este libro también quería reivindicar la necesidad de potenciar ese aspecto, de demostrar que, en la inquietud, podemos hallar luz».

En este contexto, lamenta una «tendencia a la simplificación», con mensajes cada vez más breves y contundentes, con expresiones como «persona vitamina» o «personalidad tóxica». «Son metáforas literales que no dejan un espacio abierto a la interpretación; dirigen cómo pensar y actuar, buscan soluciones fáciles a cosas que no lo tienen. La vida no es fácil, es complicada y diversa, con muchas lecturas. Así es la vida: no hay una solución unidireccional, es contradictoria. Siempre buscamos consuelo en lo más simple, cuando, en verdad, está en lo más complejo», afirma.

En definitiva, el ensayo pone de manifiesto una obviedad que, sin embargo, demasiado a menudo olvidamos: el lenguaje no es inofensivo. Algo que, «por una parte, puede resultar doloroso, porque como dice Lakaff las metáforas pueden matar, pero también esperanzador, porque de igual manera pueden dar vida al mundo que soñamos o queremos. Si el lenguaje y las metáforas se refieren a algo que podemos concebir, quizá también podamos ponerlo en práctica». El texto, pues, no deja de tener un tono positivo. «Defiendo que el espacio de las tinieblas puede ser también luminoso», concluye.