ENTREVISTA

Jeanette Winterson: «Las religiones creen en diferentes dioses, pero en la misma basura»

La escritora inglesa inaugura el festival La Coma que organiza la Fundació Mallorca Literària

La escritora británica Jeanette Winterson, ayer en Es Baluard. | Foto: M. À. Cañellas

TW
12

Como buena inglesa, Jeanette Winterson no tolera muy bien el sol. La autora de éxitos como ¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal? o 12 Bytes: cómo vivir y amar en el futuro, impartió ayer por la tarde la conferencia inaugural en Es Baluard del festival La Coma, que en su primera edición anima a reflexionar sobre la corporalidad. Winterson, que hoy imparte un taller a las 11.00 horas, trata temáticas desde la sexualidad, la espiritualidad o la Inteligencia Artificial en sus obras, y su lucidez salta a la vista al intercambiar unas cuantas palabras con ella. Tan lúcida que, quizá por eso, el sol le sobra.

Destaca de la IA «no tiene cuerpo», pero sí consume recursos naturales, ¿cuáles son sus los peligros y beneficios?
—Tiene muchos peligros y los recursos que consume son enormes. Tenemos una tecnología muy futurística que utiliza medios naturales muy básicos, y mucha gente no habla de ello. Los humanos somos seres que utilizan herramientas, así manejamos el mundo, y la IA es una muy poderosa, pero debemos usarla incluso cuando tome decisiones por sí misma. Será bueno porque necesitamos ayuda.

¿Cómo puede ayudarnos la IA?
—Mi perspectiva es que si seguimos así nos vamos a acabar destruyendo. Y si sobrevivimos miraremos a este momento y diremos: ahí es cuando podríamos haberlo cambiado todo. Es un momento para evolucionar y me gustaría que reconociéramos que podemos usar la IA para gestionar los recursos mejor y arreglar los problemas de lo que significa ser humano en este planeta. No tiene por qué ser una distopía. Todo el mundo busca a alguien a quien culpar por lo mal que va todo, pero somos nosotros mismos a quienes hay que culpar. No hay un ellos o nosotros, sino toda la especie. La revolución industrial supuso un cambio enorme, pero se beneficiaron unos pocos. Fue un salto evolutivo también, porque dejamos atrás una sociedad agraria y pasamos a una industrial. Y la jodimos si tenemos en cuenta lo que podríamos haber hecho. Inventamos una máquina que hace el trabajo de 8 hombres y en lugar de lograr abundancia y prosperidad, dejamos a 7 personas sin trabajo y bajamos el sueldo a la que opera la máquina. Ahora tenemos una oportunidad, pero quiero dejar claro que es una decisión.

Hay quienes opinan que delegar decisiones en la IA, que entiende de razonamiento y no de emociones, es mala idea.
—Los humanos operan así, con emociones primitivas, y no está yendo muy bien. La civilización debería evitar que sean estos sentimientos los que gobiernen, pero somos como dinosaurios destrozándolo todo. Si tuviéramos una IA mirando los problemas del mundo hoy diría que el problema somos nosotros y deberíamos deshacernos de nosotros mismos. Si queremos que la IA aprenda sobre emociones buenas, como la compasión, la amabilidad, deberíamos practicarlas más en lugar de crear cárceles en El Salvador donde encerrar a migrantes. Si lo hiciera la IA diríamos que es que no tiene sentimientos, pero lo hace Donald Trump y nos parece que está bien. Las máquinas tomarían decisiones completamente racionales, mientras que nosotros fingimos que lo hacemos.

Una de las grandes temáticas del festival es el cuerpo. Tendemos a escucharlo cuando tenemos sueño o hambre, pero nos reprimimos con el deseo o el placer, ¿a qué cree que se debe?
—Es muy difícil ser un animal con un gran cerebro. La civilización es nuestro mejor intento. Deberíamos enseñar a los niños lo difícil que es ser humano. Un niño de dos años dice ‘quiero, dame’, pero un adulto no puede y los que lo hacen, como Trump, son patéticos. Espero que la IA nos ayude porque estamos en una encrucijada: lo que antes nos funcionaba ya no lo hace, y necesitamos humildad e inteligencia para preguntarnos qué hacer.

¿Seguimos arrastrando el error de pensar que tenemos un cuerpo en lugar de serlo?
—Arrastramos esto desde Descartes y su famoso ‘pienso, luego existo’. Lo cual es curioso porque la Biblia no dice ‘Dios es pensamiento’, sino ‘Dios es amor’, y eso es un problema porque se nos da muy mal. Todas las religiones aseguran ser amor, pero buscan poder y conflicto.

¿Cómo ve la religión ahora?
—Estoy decepcionada con ellas. Creo que los cristianos no leen la Biblia porque es muy difícil para ellos. Jesús era un vagabundo que no se casó y animaba a la gente a no tener posesiones. Tampoco discriminaba a las mujeres y buscaba la vida espiritual y que nos cuidáramos los unos a los otros. Las religiones, sin embargo, no son un camino hacia delante, sino hacia atrás. Todas creen en un dios diferente, pero en las mismas basuras: opresión hacia la mujer, odian a los homosexuales, buscan a alguien a quien perseguir. Pero esto no tiene que ver con que Dios sea amor o no, sino con que los humanos son horribles.

¿Cuál es el valor del arte?
—Es como un faro. Hay un motivo por el cual la religión y el arte se han llevado tan bien: entienden que la vida es más que lo material. El arte nos da una manera de expresarnos y ahora que la religión nos ha decepcionado, centrémnosnos en él, que no es un lujo ni es caro y es un camino hacia quiénes somos, hacia lo que importa. Nos puede ayudar a ser personas completas.