Coll, autora de Tres días con la familia, con la que ganó el Goya a Mejor Dirección Novel, explica que fue «un cúmulo casual» lo que provocó que diera con la novela de Agirre. Explica que Valentina Viso (con quien firma el guion) y ella buscaban desarrollar una nueva película que tratara «la maternidad, algo que nos interpelaba, y que tenía potencial cinematográfico». Por ello, decidieron «abordar el tema desde un lugar original, pero con mucho impacto, y nos pareció que tenía sentido enfocarlo desde el terror».
Contradicciones
Detalla Coll que «hasta ahora no es que la maternidad hayan sido siempre historias bonitas», pero «daban por hecho una serie de cosas incuestionables, como que es el culmen de la vida de una mujer», así como «la plenitud y el vínculo con el bebé no se cuestiona» y sin posibilidad de «sentimientos contradictorios». Ahora hay «relatos disonantes que ponen en evidencia la oscuridad que en mayor o menor medida existe en todas maternidad».
Las narrativas que atraviesan de este modo los cuerpos de las mujeres, sometiéndolos y encorsetándolos desde normativas rígidas y estancas, se ven no solo en la hipersexualización que sufren, algo que por ejemplo vivieron con el cartel mismo del filme –censurado por mostrar un pecho lactante–, sino también durante la gestación o tras el parto: «La maternidad tiene un impacto bestial en el cuerpo y hay una transformación a todos los niveles», de la cual se habla «poco o mal».
Precisamente por esto, por la «sensación de que tu cuerpo ya no es tuyo o de tener una persona dentro», realidades que «según cómo las estés viviendo pueden ser perturbadoras» , tal y como comenta Coll, «tenía sentido el enfoque desde el terror» para la historia. «Es algo que puede ser entre mágico e inquietante», añade la cineasta.
Poder
Otro enfoque del filme es precisamente la fragilidad del neonato y la responsabilidad de la madre para con el menor, generando una dependencia que puede ser, en ocasiones, asfixiante: «El gran poder de la madre es dar vida, pero a la vez se tiene el increíble poder que jamás ha tenido, que es el de dar muerte, porque el bebé es frágil, casi no está terminado, es absolutamente dependiente de ti y de tu cuerpo». Esta circunstancia genera «una gran responsabilidad y un gran miedo ante la idea de que puede morir», a lo que se suma, en un contexto de «gran impacto», que puedan surgir «pensamientos oscuros».
Estos pensamientos, por otro lado, no son tan excepcionales y, además, van asociados a una definición de buena y mala madre muy estrecha. «Hay unas expectativas y unos relatos predominantes que hablan de que las madres pueden mover cielo y tierra, mover coches si ven a sus hijos en peligro, y demás». Todos ellos, «ensalzan el poder de sacrificio de una madre y de pronto eres madre y tienes estos sentimientos ambivalentes», indica la directora. Se trata de emociones que «están en todas las madres en menor o mayor medida» y que hacen más grave «saber que efectivamente nunca vas a estar a la altura de las expectativas cuando eres madre, ni las tuyas ni las de la sociedad».
Lo cual en ningún caso anula, obviamente, otras experiencias de la maternidad y la película tampoco va en esa dirección, simplemente trata de abrir el melón de que, efectivamente, «se puede no sentir todo el rato esa ternura y amor luminoso» y no pasa nada por ello.
2 comentarios
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Juan91El resto que no la va a ver, la pagamos; tiempo de ser pagafantas.
La van a ver 4.