«No me considero una persona alegre, pero soy vitalista. Estoy contento con la vida que tengo, pero no puedo evitarlo: tengo una pose austera y triste. Y, a la hora de escribir, no me gusta hacerlo de cosas alegres», confiesa Joan Perelló, que esta tarde (18.30 horas) presenta en Embat su nuevo poemario: Hivern humil (Adia Edicions). Lo hará arropado por el también escritor Miquel Rayó.
Efectivamente, Hivern humil surge como una suerte de «dietario poético» de una época muy concreta, entre enero y mayo del año pasado, cuando el autor sufrió unos problemas de salud que le dejaron destemplado. «No lograba concentrarme, me costaba leer novelas. Cuando estoy así voy leyendo poco a poco, por intuición; vuelvo a los fragmentos que he subrayado, tanto de novelas como poemas», recuerda. En eso estaba, continúa, cuando dio con un verso de Gerardo Diego que dice ‘invierno póstumo’.
«Yo, que soy muy impaciente y me gusta empezar la casa por el tejado, es decir, con el título antes que con el propio contenido, pensé en titularlo así. Finalmente cambié de opinión porque me parecía demasiado pesimista, así que sustituí ‘póstumo’ por ‘humilde’. Ser humilde es mi filosofía y es lo que pido a mi sociedad, aunque no me corresponde a mí hacerlo. Las estridencias no van conmigo», razona el autor que en ese contexto fue armando una obra sobre sus sensaciones, escuchándose y prestando atención a lo que ocurría en su interior.
Palabras
«Intento transmitir lo que siento y eso implica usar a veces palabras que parecen arbitrarias en un principio pero que no lo son en absoluto, porque en un momento determinado pueden significar otra cosa, cambiar su interpretación», explica. Así, por ejemplo, el lector encontrará un poema titulado Potassi. «Mucha gente no le da importancia cuando se hace analíticas, pero a mí se me descompensa mucho y sí me preocupa. En este caso, me sirve de imagen o metáfora para reflejar mi sensación vital», aclara.
Con todo, si hay un poema que podría funcionar como sinopsis de Hivern humil es Mapes, apunta el propio Perelló. En él habla de que escribe dentro de un paréntesis de la vida, velando el abismo, y lanza una sentencia lapidaria: «La poesia és la pàgina escrita a les palpentes». La poesía es así: desconocida, incierta, imprevisible, conviene. Y, sin embargo, andar o ir a tientas también implica, en cierto modo, la confianza, la esperanza de que, a pesar de la oscuridad, se puede avanzar, aunque sea a paso dudoso.
Intuición
En ese sentido, Perelló hace referencia a la importancia de la intuición, un término que, admite, usa mucho en sus textos. «Creo que funcionamos mucho a base de intuición. Hay gente que lo tiene todo calculado al milímetro, que programa lo que tiene que hacer, pero yo no soy así: improviso según mi intuición», detalla.
Volviendo a la humildad que le caracteriza, ¿qué espera, pues, de los lectores de este poemario? «Que la gente sepa que hago la poesía que he querido hacer, que nunca he ido a remolque, aunque es obvio que hay cosas que te van influyendo y modelando, pero quiero creer que mis obras son reconocibles, identificables», responde Perelló, que avanza que próximamente publicará un libro de relatos con la editorial Ensiola. Como buen impaciente que es, tiene claro el título: Aire d’intrús. «Los escritores somos intrusos, nos metemos en la vida de los demás y la contamos. Nos metemos donde no nos llaman», afirma.
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