Albert Pinya: «Soy una persona eternamente insatisfecha»

Albert Pinya trabaja por primera vez sobre piedra, hierro y textil para su exposición en la Galería Gärna de Madrid

Albert Pinya posa en su taller, ubicado cerca de Jacint Verdaguer (Palma). Su próxima actividad en la Isla consistirá en su participación en el festival Tinta Il·lustre de Rata Cultura | Foto: T.Ayuga

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Aseguraba Albert Pinya (Palma, 1985) que cuando era pequeño ya prefería jugar con una piedra a con una Game Boy, el juguete de moda de aquel entonces. Esta sentencia era precisamente la que cobró más sentido en la entrevista publicada hace justo un año sobre sus múltiples proyectos futuros, que ya se conjugan en presente: su primer cuento (Seculina, junto a Anna Schnabel), su intromisión en el mundo del calzado (con la marca Lottusse, en una muestra que hasta hace poco se pudo visitar en el Museu del Calçat i de la Indústria d’Inca) e incluso del cine (trabajando en la parte visual de la película Idilia, de los Hermanos Sepúlveda, que justo se estrena este fin de semana en FANT, el Festival de Cine Fantástico de Bilbao).

Ahora, Pinya pone en práctica esa conexión trasladando su arte, por primera vez, a este soporte ancestral. Y lo hace en Desde la pintura, una exposición que inaugurará el próximo jueves día 8 de mayo en la Galería Gärna de Madrid en la que también ha experimentado con el hierro, el papel, el tejido y la cerámica; «todo concebido de una manera más escenográfica e instalativa». Y es que el artista insiste en que «desde muy pronto entendí que la pintura es una disciplina poliédrica que está en constante transformación, trascendiendo los límites que marca un bastidor».

Para ello, ha dedicado el último año a «investigar y explorar» llevando a cabo, desde la pintura, «un periplo, una travesía, un viaje, a través de la materia y de un amplio tejido colaborativo».
La propuesta, de hecho, nace a raíz de diferentes visitas a centros e instituciones como el Museu Monogràfic i Necròpolis Púnica Puig des Molins (Eivissa), el Museo Arqueológico Nacional (Madrid) y el Parco Nazionale delle Incisioni Rupestri (Valle Camonica, Italia). En estos lugares, recuerda, puedo «estudiar y contextualizar elementos y representaciones de profundo valor simbólico, entre los que destacan los huevos de avestruz decorados de la época fenicio-púnica». Con todo, el proyecto es «coral», ya que en el proceso se ha desplegado un «amplio dispositivo de colaboradores» y, en consecuencia, el resultado final son «piezas que mantienen la identidad plural y mestiza». Justamente ese espíritu es el que recoge el comisario Tolo Cañellas en el texto que acompaña la muestra, titulado El concilio de la materia.

Así, por ejemplo, Pinya ha colaborado con el taller de ceramistas ibicencas Cuina de Fang, regentado por Neus Riera y Laura Huguet. «Con ellas he preparado una serie de huevos de avestruz, una idea que surgió cuando visité el Puig des Molins, donde tienen una importantísima colección de huevos de avestruz decorados de la época fenicia- púnica. Las conocí en verano, cuando estuve en el Estudi Tur Costa», recuerda. Con todo, Pinya puntualiza que no ha pintado los huevos, sino que los ha intervenido con la técnica del esgrafiado.

En cuanto a la piedra, ha viajado hasta Algemesí (València) para crear una serie de obras talladas «a modo de grafiti-jeroglífico» gracias a Boro Toldra y su equipo. Para el hierro, ha acudido a Rosendo Ramón, quien le ha ayudado a desarrollar «una pieza instalativa» que toma como punto de partida Variazioni sul tema del viso umano, de Bruno Munari. «Son una especie de varaciones del rostro humano que me han servido a mí para jugar con el concepto de rostro, como si fueran unas máscaras, pero en realidad no lo son», explica.

Los trabajos sobre tela los ha confeccionado Catalina Rotger, «la bordadora de la memoria»

Otra colaboración ha sido con Catalina Rotger -madre de Catalina y Maria Solivellas- «la bordadora de la memoria, que a sus 85 años borda con mucha luz desde la absoluta contemporaneidad». «Para mí, es una artista outsider que ha guardado durante toda su vida su potencial y talento, pero nunca ha tenido la oportunidad o la ocasión de canalizar su trabajo en algo más oficial», destaca.

En conjunto, pues, Desde la pintura son muchas exposiciones en una, una propuesta ambiciosa con la que Pinya persigue «ir más allá de lo conocido». «Cuando estoy perdido o buscando algo es realmente cuando me siento más vivo, despierto, motivado. Cuando conoces la fórmula ya no interesa. Lo que más me excita es adentrarme en lo desconocido; la curiosidad, el ser una persona eternamente insatisfecha como yo, buscando o ansiando algo que nunca llega, eso es lo que me motiva», resuelve.