Nada más y nada menos que 25 años ha estado escribiendo Andrés Pérez Perruca (Zaragoza, 1971) su primer libro, que vio la luz en septiembre y que en apenas dos meses ya tuvo una segunda tirada. El poderoso y complejo «artefacto literario» está formado por 67 capítulos basados en 67 canciones que grabó El Niño Gusano, uno de los grupos de la escena indie más importante de los 90 y del que el autor era batería, y medio millar de notas a pie de página. Este proyecto experimental nació en Mallorca, de una anécdota que acaeció en la Isla, en una de las visitas del músico a finales de los años 90, donde conoció a Steven Munar, que para aquel entonces acababa de fundar el conjunto The Tea Servants. De ahí toma precisamente el interesante título, Vida de un pollo blanquecino de piel fina (Jekyll & Jill).
Además, el primer tema de la lista de Spotify que el autor propone al lector para acompañar su lectura –prolongada e intensa, para ser sinceros– es el famoso tema El puente, de Los Mismos. Y, por último, es también aquí, cerca de Llubí, donde su hijo, Andrés Pérez Placer, le sacó todas las fotos para promocionar el libro, en compañía de su amigo Ata Lassalle, editor de Autsaider Cómics. Por ello, no es de extrañar que lo presente aquí. La cita es este viernes por la tarde, a las 19.00 horas, en Rata Corner.
«Crónica-autobiografía»
Y si bien la obra surgió como una especie de «crónica-autobiografía de El Niño Gusano», como reconoce el propio autor, lo cierto es que está gratamente sorprendido de la acogida que está teniendo en los círculos literarios, «como novela de aventuras, libro de música y amistad». «Le está gustando a gente que no sabe nada de la Zaragoza de los 90 ni de El Niño Gusano, ni de la música indie ni nada de eso. No es exactamente mi vida, aunque sí lo parece por la cantidad de años que llevo escribiéndolo, pero eso le da un aire de aventuras, de libro-vida dickensiano que está muy bien», razona sobre el éxito inesperado.
Portada de 'Vida de un pollo blanquecino de piel fina'.
El arranque no puede ser más prometedor: una sugerencia de lectura de los capítulos –al estilo de Rayuela, de Cortázar– y un breve resumen de cada capítulo-canción. «La imagen gráfica ideal que resume el espíritu es lo que se da cuando escuchas una canción de un disco y te dice una cosa que luego te traslada a otra. Y cuando escuchas el álbum entero, te das cuenta de que hay aspectos y elementos diferentes. Los capítulos se convierten en rayuelas, que se pueden leer de forma cronológica si se quiere, pero también de otras. De hecho, hay quien me ha comentado que ha leído el libro omitiendo todas las notas, aunque luego me confesó que leyó una y le pareció mejor que el contenido en sí, así que volvió a empezar» , cuenta. «Es una cajita para jugar todo el tiempo», resuelve.
Y es que la diversión es un componente fundamental de este «libro fractal». «Bromean sobre que me he quedado a gusto porque tiene casi mil páginas, pero en realidad no ha sido así para nada. El capítulo que sucede en Mallorca, por ejemplo, tenía una extensión original que triplicaba la que ha sido finalmente publicada. Yo no le perdonaría a nadie que hiciera un primer libro de mil páginas, pero es que no he podido no hacerlo», afirma.
«Era muy autoexigente, he leído bastante y tenía mucho respeto al formato libro, quería que se sostuviera como artefacto literario. No he querido jugar con el tema de la nostalgia, algo que por otra parte hubiera sido más fácil: hablar de un grupo, un disco o una película cuando se cumplen su aniversario es más sencillo, la nostalgia vende por sí misma. Podría haberme ceñido a contar cuatro anécdotas y ya, pero me había autoimpuesto el reto de ir más allá. No hacerlo hubiera sido una falta de respeto a los posibles lectores», insiste. «Si la nostalgia tiene mala fama es porque muchos parece que sacan provecho de esos trabajos cuando se cumplen efemérides, es decir, viven de la nostalgia, en vez de encontrar en ella un lugar de inspiración», matiza.
Indie
Una de las muchas cuestiones que aborda el músico y gestor cultural –es responsable de Programación y Publicaciones de Espacio Fundación Telefónica de Madrid– es el panorama de la música indie. ¿Qué es ser indie? «A nosotros nos denominaron así por la época, por un tema generacional, porque al fin y al cabo siempre fuimos un grupo de pop, aunque al principio las canciones eran más ruidosas», explica. «El término es heredado del ámbito anglosajón, cuando a finales de los setenta surgieron sellos independientes que lanzaban música más libre. Con los años esa etiqueta se quedó ahí y lo cierto es que ahora mismo es difícil saber qué grupos son indie, porque así se proclaman cuando tocan en festivales y en verdad todos suenan prácticamente igual», añade.
Así las cosas, este libro es indie, aunque, paradójicamente, concede que la monumental faja de esta segunda edición «no puede ser más mainstream, en el mejor sentido posible», ya que reúne el Star system de la literatura española actual: Irene Vallejo, Agustín Fernández Mallo, Marta Sanz, Paco Roca o Laura Fernández, entre muchos otros nombres destacados. Una faja con declaraciones, huelga decir, con una cara A y una cara B, haciendo gala del buen sentido del humor que sustenta el dilatado volumen.
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