José Fiol: «Los centros de arte vuelven a centrar su interés en la pintura»

El creador exhibe hasta este domingo su primera exposición individual en Es Baluard Museu d’Art Contemporani, bajo el título de ‘The Green Fog’

El artista mallorquín José Fiol expone hasta este domingo su primera individual en Es Baluard Museu. | J. Morey

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José Fiol expone estos días The Green Fog, su primera individual en Es Baluard Museu d’Art Contempoani y que estará abierta hasta este domingo. El artista, cuya obra aborda usualmente el mundo del cine y la reflexión sobre la imagen, se centra esta vez en el torneo de Wimbledon y en la figura de Arthur Ashe en una muestra que tiene mucho de site specific, y que cuenta con el comisariado de Raquel Victoria.

¿Dónde hace la investigación de The Green Fog?
—Me centré en la competición de Wimbledon que jugaron Arthur Ashe y Jimmy Connors. El punto de partida es la final, que ganó el primero contra todo pronóstico. Eso lo enlazo con la película The Green Fog, una cinta experimental de Guy Maddin y los hermanos Johnson, sobre la ciudad de San Francisco. Lo que ellos hicieron fue usar otras películas para recrear una versión de Vértigo, el clásico de Hitchcock, con un montaje que parte de muchísimas imágenes. Esos son los dos puntos de partida que hay detrás de The Green Fog.

¿Cómo se conectan las historias en la muestra?
—La idea del cortar y pegar es lo que las conecta. Eso fue lo que declaró el ganador: que proyectó la pelota como un corta y pega. Jimmy Connors dijo que se perdió en una niebla, justamente como la niebla que invade San Francisco. A partir de ahí desarrollo otras ideas, encontrando múltiples conexiones. El verde, por ejemplo, predomina en la película y en Wimbledon. Los fondos de los cuadros son de ese color. Fue muy importante cromáticamente en las piezas. Otra de las ideas es lo mental, en la importancia de lo mental en el tenis y en la película.

¿Eso ofrece a la exposición un relato, una narrativa concreta? ¿Se puede ver en los encuadres de las piezas?
—Mi interés era centrarme en eso. Miguel Ángel Hernández, que firma el texto del catálogo, habla de una pintura de historia. Me centro en la temporalidad. Primero los partidos, luego las finales y después el espacio central de la obra. Narrativamente, cuando entras en la sala, aparecen los cuartos de final, más juntos, luego las semifinales y la final, que es la pieza central de la muestra. Las imágenes establecen una cronología. Al final es como pintar un cuadro histórico. Respecto a los encuadres, se alternan primeros planos junto a otros.

The Green Fog tiene un espíritu de instalación, ¿no?
—Al hilo de lo que comenta destacaré otra pieza de la exposición que es un audio llamado Quiet please. En realidad son dos fragmentos de audio, que recogen los ruidos que se dan en la película y los que se dieron en el partido. Son dos susurros enfrentados. El que vaya a visitar la exposición escuchará los audios de la película y el del partido. Eso sucede cada tres minutos. En la exposición se juegan dos partidos: el de los sonidos y el de los silencios.

¿Qué destacaría de la ejecución de las piezas?
—Cuando trabajo primero busco, pienso y conecto. Luego pinto del tirón, como si fuera una impresora. No me interesa el resultado final, me centro en el proceso, la forma en la que la imagen queda distorsionada me gusta. Nunca regreso a lo pintado.

¿Cuál es el papel que jugó la comisaria, Raquel Victoria?
—Es básico. Ella ha continuado la investigación, escribiendo y generando nuevas conexiones que me habían pasado desapercibidas. A la hora del montaje de las piezas, seleccionamos juntos las obras para dotarlas de mayor coherencia.

Es su primera exposición en un espacio institucional.
—Es muy importante en mi carrera, ya que Es Baluard es el museo de referencia. Los centros de arte están volviendo a centrar su interés en la pintura. Agradezco, además, que dediquen una sala a los creadores de la isla y que tengan un programa para comisarios y comisarias independientes.