Francisco J. Vaquero: «Volvemos gris el campo para hacer verde la ciudad»

El director de ‘Vidas irrenovables’ presenta en el Rívoli este documental sobre el impacto en el medio rural de las energía renovable

El director del documental, Francisco J. Vaquero

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La sustitución de las fuentes fósiles de energía por otras renovables está afectando de una manera irrevocable a la España vaciada y al entorno rural. Esto es lo que relata Vidas irrenovables, el documental dirigido por Francisco J. Vaquero que estará esta tarde, a las 18.30 horas, en el Cine Rívoli para presentarlo y charlar sobre ello con el público.

¿Cómo nace el proyecto del documental?
—Nace porque somos una productora, Metáfora Audiovisual, que hemos hecho publi siempre, pero en 2019 nos decidimos a hacer documentales. Como somos de pueblo, queríamos que fueran ambientados en el mundo rural, que pusieran en valor esas formas de vida y denunciar lo que las ponga en riesgo. Hicimos una primera película, Ganado o desierto, y funcionó muy bien, y mientras estábamos de gira escuchamos que el despliegue masivo de las energías renovables ponía en riesgo los ecosistemas y las formas de vida que queríamos defender. Queríamos saber si era cierto, así que investigamos y poco a poco se corrió el boca a boca y logramos 47 testimonios y más de 50 horas que resumimos en una hora y media.

¿Ha cambiado mucho vuestro enfoque desde las primeras versiones hasta el resultado final?
—Sí, porque nuestro enfoque original era el medioambiental. Que se machacaba el ecosistema, pero no es solo esto, sino que también pasa con el mundo rural. Estas infraestructuras las pueden poner frente a tu casa, sin respeto ni nada. Esta es la mayor sorpresa. Como pensamos que las vidas de las personas no se tenían en cuenta para nada lo llamamos Vidas irrenovables, aunque otra opción fue La solución es el problema. Es curioso porque si la instalación afecta a ciertas especies se puede parar, pero si afecta a las personas no puedes hacer nada, y están completamente desamparadas y devastadas.

Es decir, aunque vuestro enfoque era diferente, finalmente encajó a la perfección con vuestra filosofía a nivel de productora de defensa del medio rural.
—Exactamente. Además, es que esas son las vidas que sostienen el ecosistema, lo gestionan y lo mantienen. Lo han hecho durante siglos y es muy paradójico que esta vida que de verdad es coherente con la naturaleza sea la que se destroce por la idea de las renovables, que en principio venían a arreglar esto. Estamos volviendo gris el campo para volver verdes las ciudades.

¿Cree que las empresas que promueven estas macrogranjas de energía renovable tienden una intención honesta o es todo negocio?
—Yo creo que hay muchas cosas y la peli trata muchas temáticas. Las empresas van a los que le conviene, pegar el pelotazo económico y ya. La mayoría de los proyectos se traspasa a multinacionales o fondos de inversión. El capital extranjero es el mayoritario. Esto por un lado, que las empresas no tienen miramiento, pero lo que me preocupa es que la administración no ponga unas reglas o no aplique las que ya hay. Hay muchas formas y vías de hacer esto de una manera diferente, pero las instituciones velan por dar facilidades a estas corporaciones. Ahí está el problema.

Además, se da el caso de que este es el último problema en una larga lista de problemas del mundo rural como la despoblación, el cambio climático o la falta de medios.
—Efectivamente. Llevamos mucho tiempo hablando con lo que tiene que ver con el mundo rural. Se dice desde todos los sectores, pero esta es la última pieza y si no lo conseguimos parar sabemos lo que puede conllevar. Miremos a la historia: las civilizaciones han llegado al ocaso cuando el mundo rural colapsa porque no hay forma de sostener el mundo urbano. Pero en los pueblos cada vez hay menos gente y es difícil hacer llegar la información. Pero soy optimista. Habrá dolor por medio, pero creo que se puede parar.

¿Cómo está siendo la recepción del público?
—Con el de hoy creo que llevaremos 181 pases en toda España y para el verano habremos llegado a unos 300. No teníamos la idea de hacer tanto y aunque no vamos todo lo rápido que necesitamos consideramos que grano a grano se hace el granero. Vamos progresivamente.

Uno de los lemas del filme es 'Energías renovables sí, pero no así', ¿cómo entonces?
—Las renovables tienen un uso y no se puede engañar a la gente. Ese uso es el del autoconsumo de empresas o particulares. Ahí no habría ningún daño porque utilizas un terreno, como un tejado, que no tiene otro uso y encima generas energía allá donde la consumes. Pero el macroparque implica que hay que transportar la energía que generas, lo que ya implica una pérdida de eficiencia. Lo ideal sería el autoconsumo para autoabastecerse, y si luego hace falta algo más estudiar la mejor forma de hacerlo hablando con los científicos y las personas que se puedan ver afectadas para no hacer daño. Este es el orden lógico.