REPORTAJE

Taller d'Instruments, el refugio de la lutería en Son Gotleu donde se construye el instrumento «olvidado» del XIX

Pere Fiol trabaja junto a su hijo Joan en la fabricación de un arpeggione en este estudio, fundado en 1999 con Paco Forteza, que murió en 2023

Pere Fiol realiza los últimos retoques al arpeggionne en su taller ubicado en Pere Garau | Foto: Alejandro Sepúlveda

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En el fronterizo barrio palmesano de Can Capes, en Son Gotleu, hay un negocio que llama la atención y, a la vez, pasa desapercibido: el Taller d’Instruments. Lo fundó en 1999 Pere Fiol junto a su socio Paco Forteza, que murió en agosto de 2023. El taller, recuerda Fiol, es la «consecuencia» de una serie de proyectos. «Ambos éramos músicos y nos gustaba mucho toquetear los instrumentos. No sabíamos nada de lutería, pero sí habíamos entrado en muchos talleres. En mi caso, me apadrinó Joan Rosselló, un hombre de guitarras. Tenía su taller en sa Indioteria, que visitaba día sí y día no», cuenta. En el Conservatori, Fiol descubrió la guitarra clásica con Gabriel Estarellas y terminó sus estudios en Madrid.

Con tan solo 18 años construyó su primer instrumento: un laúd renacentista. «Gracias al profesor de música de cámara, Fernando Vilar, me di cuenta de lo mucho que disfrutaba de esta música. Luego, nos juntábamos para tocar juntos en dúos y tríos. Fue él quien me sugirió que me construyera mi propio laúd», relata. Así fue cómo Fiol compró en el quiosco una revista con la que entraba un kit de montaje. «Fue una delicia. Todavía lo conservo», asegura.

Después, aprendió a las órdenes de Joan Rosselló. «Me enseñó la base de un buen lutier: tienes que hacer muchas cosas constantemente y ser un poco químico, porque tú mismo te acabas fabricando las colas que luego usarás; también los moldes o incluso algunos utensilios. Al fin y al cabo es un oficio muy antiguo que implica también tener ciertos conocimientos de la parte física de los materiales, como por ejemplo cómo se propaga el sonido dentro de la madera», explica.

Proceso

No menos importante es todo el proceso de construcción de un instrumento. «Puedo construir una guitarra en cuestión de dos meses, pero en realidad el proceso es mucho más largo y laborioso, pues hay que tener en cuenta que la madera de una tapa armónica puede haber estado quince años secándose. Tampoco sirve cualquier tipo de madera. Por ejemplo, la madera de abeto que se encuentra en la montaña, entre los 700 y 800 metros, es la idónea por su crecimiento. Además, también es importante de qué lado está el abeto, porque depende de la lluvia que reciba el abeto puede ser más grueso. Incluso la forma de talar el tronco es clave», detalla. Para Fiol, todos esos aspectos son cruciales. «En el taller, por ejemplo, tenemos madera talada en 2001, de cuando un amigo de Muro me avisó que un temporal derribó algunos cipreses de su finca», relata. «No vale ir a comprar simplemente unos tablones, porque no funciona así», insiste.

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Fiol es muy meticuloso con todos los detalles que intervienen en el laborioso proceso de reparación y construcción de instrumentos, que implica el manejo del torno. Foto: A. SEPÚLVEDA

Instrumento efímero

Entre algunos de sus proyectos actuales está la fabricación de un arpeggione, un instrumento inventado en 1823 por el lutier vienés Johann Georg Staufer, aunque el ideólogo fue también Schubert, quien compuso la única partitura conocida para esta fusión entre la guitarra, el violonchelo y la viola de gamba. «Es un instrumento de seis cuerdas, con la misma afinación que una guitarra, que se toca con un arco. La intención era que abriera el camino evolutivo de la guitarra, aunque es más melódico que la guitarra. Finalmente, el arpeggione cayó en el olvido», explica.

«Nuestra aventura ha sido buscar este instrumento, cuyo original se encuentra en el museo de Leipzig (Alemania). No lo tienen expuesto, sino que está dentro de una caja, desmontado. Intenté acceder a él a través del Museu de la Música de Barcelona, pero no hubo manera. Lo que sí conseguí son unas fotos de cómo es. Así que he construido una copia a partir de esas imágenes», relata. El proceso empezó hace dos años, con la selección de unas maderas especiales en Rumanía, procedentes de un «abeto extraordinario», pero la fabricación en sí, en Palma, arrancó hace justo un año. Sin embargo, tal y como puntualiza Fiol, un lutier se dedica a diferentes proyectos a la vez, así que «no es un año dedicado a tiempo completo». «Es como un médico, que tiene muchos pacientes que atender en el hospital», compara.

«Lo hemos hecho siguiendo la investigación de mi hijo, Joan, que es chelista y está realizando un trabajo de fin de grado sobre este instrumento desaparecido que, sin embargo, tiene una obra magnífica compuesta por Schubert», justifica Fiol. «Lo que hacemos es para disfrutar, porque trabajamos en lo que nos gusta. Por ejemplo, me encanta construir mi modelo preferido de guitarra, de entre 1850 y 1900. Tengo planos y voy haciendo réplicas. No busco la guitarra más moderna o la que suene más fuerte, sino la que, para mí, tiene una sonoridad muy especial. De hecho, me gusta mucho interpretar música romántica», celebra. Algo que hace sobre todo junto a al contrabajista Xisco Aguiló, aunque también ha actuado con sus hijos, Joan y Clara Fiol, que hasta hace poco formaba parte del trío Marala. De hecho, en el último concierto en Es Gremi tuvo que dejar una guitarra a Sandra Monfort, fabricada por él mismo, debido a problemas logísticos.