‘Segmento’, un cómic para reconciliarse con las versiones de uno mismo

L. Ángel Palomeque publica con Dolmen este debut editorial, que presenta este viernes en Univers del Còmic

L. Ángel Palomeque posa con su cómic 'Segmento'.

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Paradójicamente, la idea de Segmento (Dolmen), la primera novela gráfica del artista de storyboard L. Ángel Palomeque Lizano que aborda el peliagudo tema del suicidio, surgió en uno de sus momentos de más éxito: cuando entró a formar parte del equipo de Buffalo Kids, la película de animación recientemente nominada a dos premios Goya. Y, de hecho, actualmente trabaja en una nuevo filme del mismo estudio.

«Me puse muy contento, porque pensé en cómo de orgulloso estaría mi yo de diez años. Pero luego le di una vuelta: ¿y si hubiera sido al revés? ¿Y si mi yo del pasado se hubiera frustrado por no haber cumplido las expectativas del futuro y se lo echara en cara? Me di cuenta de que ahí podía haber una historia que contar, con un juego de interacción interesante», recuerda el autor.

Salud mental

Con todo, a pesar de que aborda el suicidio, Palomeque insiste en que no se trata simplemente de un cómic «al uso» sobre esta cuestión ni lo hace desde una perspectiva de «autoayuda». «Mi planteamiento era empezar con un punto alto y extremo, y es cierto que el pistoletazo de salida hacia la historia es el intento de suicidio del protagonista. Quería poner a alguien en la situación de querer acabar con su propia vida y, a la vez, que a partir de ahí realizara una introspección sobre toda su personalidad y momentos vitales. Por eso aparece el protagonista, Firmo, cuando tiene uno, siete, trece, diecinueve y treinta años. Me interesaba que reflexionara sobre las cosas de las que se arrepentía o lo que le gustaba; hacer un análisis completo para intentar salvarse», aclara.

En este sentido, explica que «el protagonista principal no es la última versión de sí mismo, sino la anterior, la que aún está en el punto en el que puede cambiar las cosas, darse cuenta de sus errores y tirar para atrás. Es decir, no es el punto de no retorno, sino que es el punto de quiebra, en el que todo se rompe pero todavía tiene una oportunidad».

Partiendo de la premisa de que todo medio para contar o expresar algo puede resultar sanador, el autor incide en la importancia de tratar el suicidio de «manera respetuosa». «El cómic muestra el valor de la empatía, la paciencia y, ante todo, lo fundamental que es quererse, algo que se nos olvida a menudo. Debemos respetarnos y no ser tan duros con nosotros mismos. No sé quién leerá el cómic, si habrá pasado o no por algo así, pero mi intención era que fuera lo más justo y educado posible. No se trataba de hacer un show, ni que fuera gore o hubiera mucha sangre. Lo que hago es centrarme en la emoción, en lo que sienten los personajes, las distintas versiones del protagonista, cuando se enteran de que se quiere quitar la vida e intentan averiguar qué le llevó hasta ese punto extremo», insiste. No hay abusos, malos tratos ni ninguna causa tan delicada que lo explique, sino que lo que le sucede a Firmo es que está muy desencantado con la vida, tienes pocas aspiraciones y la eterna sensación de que ha fracasado en todos los aspectos de su vida.

«Hay mucha competitividad en general, en tener que ser el mejor. Por eso creo que cualquier lector se sentirá identificado con él, en mayor o menor medida. Porque, al fin y al cabo, todos tenemos miedo al fracaso, a decepcionar, a no ser queridos por otros, al rechazo o a la pérdida», razona. Además, apunta, es clave que toda esa introspección venga del propio protagonista y no de otros, como puede ser un viejo amigo o su pareja sentimental. «No se trataba de ver la realidad o la verdad, por decirlo de alguna manera, sino de ahondar en su mundo interior, alterado, que se encuentra en un pozo del que no puede salir. El choque se produce con las versiones de sí mismo, que le obligan a hacer ciertas cosas para enfrentarse a la realidad», concluye.