DOCUMENTAL

Cati Moyà y Joan Bover: «Sería de traidores publicitar la Isla con el filme de Villaronga»

Ambos codirigen un documental sobre el hallazgo de ‘Mallorca’, cinta del cineasta que fue un encargo de Foment del Turisme

Joan Bover y Cati Moyà, codirectores de ‘La cinta perduda de Villaronga’, ayer en Palma | Foto: P. Bota

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En 1985, Foment del Turisme encargó a un joven cineasta relativamente desconocido que venia de sacudir a Europa con Tras el cristal un ambicioso filme publicitario que promocionara la Isla. Se trataba de Agustí Villaronga, que sería con el tiempo el autor de un antes y un después en el cine catalán. El filme, dotado de poéticas imágenes de una Mallorca alejada de lo que se entendía por zona turística en la época, no convenció del todo, y quedó en un cajón. Tras la muerte del cineasta en 2023, la periodista Cati Moyà tiró de un ligero hilo que acabó llevándola a descubrir en un armario de la misma oficina de Foment del Turisme la cinta perdida de Villaronga y esta noche, a las 22.30 horas, IB3 estrena el documental que ella y Joan Bover codirigen y que narra esta historia y más.

El documental, de unos 40 minutos de duración, se titula La cinta perduda de Villaronga, está producido por el ente autonómico y se proclamó el pasado lunes ganador del Premi Ciutat de Palma d’Audiovisuals Maria Forteza en la categoría Documental. Incluye no solo imágenes del trabajo original de Villaronga, sino entrevistas con gente que trabajó en el proyecto, como Catherine Alcina o Jaume Peracaula.

Una de las imágenes con las que abre 'Mallorca', de Villaronga. FOTO: ARXIU DEL SO I DE LA IMATGE

Los dos autores del filme destacan que las funciones han ido muy a la par, como «una conversación constante». El inicio de la cinta aplica una pátina de thriller detectivesco a la investigación que Moyà llevó a cabo hasta dar con la película, siendo narrada por ella misma en primera persona. «Fueron 11 meses de búsqueda», rememora ahora la periodista que añade que «la encontré un martes y el sábado ya salía publicado en el Ara Balears», en relación a las prisas del periodismo.

Bover, por su parte, valora el hallazgo como un «hito histórico» y coinciden en destacar el hecho de que desde un organismo como el de Foment del Turisme, a través de la agencia DME, decidieran contratar para esta iniciativa «a alguien como Agustí», que venía de realizar Tras el cristal, que volvía la decisión «arriesgada» y «tiene mérito».

Y Villaronga se volcó. Todo el equipo que participa en el documental de Bover y Moyà desprende la sensación de haber disfrutado, de haberse implicado muchísimo. Fue un encargo, sí, pero no se limitó a cumplir el trámite, sino que Villaronga «hizo un retrato de aquello que sentía suyo» porque hizo Mallorca «no con la mirada de un publicista, sino de un cineasta, y como uno mallorquín».

Y es que precisamente la Mallorca que se ve a través de los ojos de Villaronga es una que hoy existe, que no ha cambiado, aunque sí su entorno y la forma en la que entendemos esos rincones. En su momento, cuando el director hizo el filme, esa Isla que quiso inmortalizar no era la que se ‘vendía’ a los turistas que buscaban sol y playa. Ahora, sin embargo, que el sol y la playa ya están más que explotados, esa es la Mallorca que queda y que aguanta a duras penas.

Otra imagen de 'Mallorca', de Agustí Villaronga. FOTO: ARXIU DEL SO I DE LA IMATGE

Imagen turística

¿Se vendería bien la Mallorca de Villaronga hoy en día?, preguntamos a Bover y Moyà: «Me parecería un poco de traidores hacia la figura de él», comenta ella, mientras que Bover añade: «No va a cambiar la percepción turística de Mallorca», en relación al hallazgo del filme, pero «hemos recuperado una visión de lo que se ha hecho en los últimos 40 años», pudiendo volver a un momento en el que se pudieron y tomaron decisiones sobre cómo potenciar el turismo en la Isla. La de Villaronga no cuajó y al año siguiente se eligió una cinta que empieza con una «bailarina flamenca», comenta Moyà.

Si bien nunca es tarde, el tiempo sí corre desde hace tiempo más rápido que las decisiones que se han de tomar. Por lo pronto, La cinta perduda de Villaronga permite hablar de un cineasta querido y respetado, lo cual ya es mucho, pero también pone de pasada sobre la mesa el debate sobre la Mallorca que queremos vender, si queremos o no venderla y cuál preferimos preservar.