Joaquín Sabina en el Movistar Arena de la ciudad de Santiago de Chile. | Efe

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En lo que a música popular se refiere, vivimos una época enlutada, con tantos iconos cayendo como moscas. Por suerte, aún quedan faros que brillan con luz propia, inmunes al paso del tiempo, como ese adorable diablillo del bombín. Con 74 años, Joaquín Sabina sigue dando guerra, envuelto en esa voz aguardentosa tan suya, tan nuestra. El arquitecto de la palabra ha conquistado a varias generaciones con sus alegatos insomnes, canciones que dialogan con géneros muy variopintos. En su próxima visita, el gran poeta de las letras españolas trazará un repaso a los temas más significativos de su carrera, himnos universales adheridos a la cultura popular de varias generaciones. Contra todo pronóstico es el nombre de la gira que le acercará este sábado a Son Fusteret (21.00 horas) con todo el papel ya vendido.

Para Jack Kerouac, escribir era llevar al papel el latido del corazón; para Hemingway equivalía a sentarse y sangrar. Tormento y éxtasis, así se concibe el arte en cualquiera de sus manifestaciones, y la música no escapa al cliché. Sabina sabe que la excelencia es fruto de un esfuerzo extenuante, como el que le infringió la creación de 19 días y 500 noches, una de sus obras capitales; o como el accidentado tour que le está llevando por medio mundo con sus canciones a cuestas, con el que está concitado el aplauso unánime de crítica y público.

Y nos dieron las diez, La del pirata cojo, Por el bulevar de los sueños rotos, Princesa y Pastillas para no soñar, entre muchas otras canciones, confirman la fascinación del autor por la noche y su canallesca, que, unida a su amplitud de miras le han granjeado un repertorio de una creatividad y lucidez desarmantes. Un temario empapado en ranchera, copla, bolero y esas nanas insomnes que dialogan con el rock. Y es que a lo largo de sus 18 trabajos de estudio, Joaquín Sabina ha hilado un relato donde cada canción es un capítulo y el gran tema el amor. Historias, todas ellas, atravesadas de ironía y nacidas de un talento soberano que fabrica himnos con pasmosa facilidad.