Imagen promocional del espectáculo ‘En tierra extraña’.

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Un tema, Sola, la puso en el mapa hace dieciocho años como una de las grandes renovadoras de la copla. Con una garganta de oro y una profundidad de registros abrumadora, Diana Navarro ha alicatado su trayectoria con inesperados quiebros estilísticos. No en vano, su caligrafía abarca desde saeta, ópera, pop y flamenco hasta ritmos étnicos e incluso electrónica. Soportes sobre los que ha impreso en una decena de discos su sensibilidad, talento y osadía. Y ahora emprende su proyecto más ambicioso hasta la fecha: vampirizar a doña Concha Piquer, la gran dama de la copla española, en el montaje En tierra extraña, que se verá hoy y mañana en el Auditòrium de Palma.

En tierra extraña nos alista en un viaje musical por la vida de Concha Piquer, Federico García Lorca y el poeta y autor de coplas de renombre Rafael de León, partiendo de un encuentro ficticio entre la folclórica valenciana y el poeta granadino, al que da vida el actor Alejandro Vera. Mujer acostumbrada a manejar su destino y a no recibir un no por respuesta, Piquer ordena a su colaborador –Rafael de León (Avelino Piedad)– que cite al poeta en el teatro Calderón de Madrid, donde ensaya sus nuevas piezas. Quiere proponerle que le escriba una canción, consciente de que Lorca era el poeta más solicitado del momento. Pero, una vez frente a frente, las cartas se pondrán sobre la mesa. La auténtica razón de su encuentro no es otra que avisar a Federico de que la situación del país es irreversible. Concha sabe de buena tinta que su nombre figura en una lista negra.

Sensibilidades

Le preguntamos a Navarro si, de haberse dado este encuentro, el peso de sus sensibilidades creativas se habría impuesto a sus antagónicas visiones de la política. «Absolutamente. Habrían sido amigos aun estando en las antípodas políticas, porque eran dos genios, y los genios saben que las ideologías están por detrás de las personas. Precisamente ese es el gran mensaje de la obra», subraya la artista. Y es que a Concha Piquer se le colgó el ‘sanbenito’ de representar a una España de pandereta y bandera rojigualda, mientras se erigió a Lorca en adalid de esa otra España republicana y de bandera tricolor. Sin embargo, ambos amaban su país hasta la médula, cada uno con las luces y sombras propias de su ideología.   

Navarro, que en la obra exhibe su voz al tiempo que debuta como actriz, reconoce que cuando le propusieron participar en el montaje sintió un enorme júbilo. «Soy una persona a la que le gusta enfrentarse a los retos, participar en este montaje me despierta mucha ilusión». Confiesa que preparó el papel leyendo la biografía de Piquer y hablando con su nieta, Concha Romero. Con esa información logró formarse «una idea de como podía ser ella». El resultado no podría ser mejor, «el día del estreno su nieta me dijo que al verme sobre el escenario reconocía a su abuela, y que le dieron ganas de subir a abrazarme».