Tomeu Penya en el Teatre Principal de Palma, donde actúa el martes 30. | Pilar Pellicer

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Tomeu Penya no requiere presentación. Tan ‘nostro’ como el salar, el incansable cantautor de Vilafranca continúa su andadura por la senda musical con una nueva parada en su trayecto: el Teatre Principal de Palma, el próximo día 30 de mayo, a partir de las 20.00 horas. Y no es una escala solitaria, sino con Geminis para repasar en esta Antologia algunas de las canciones que pueblan sus treintena de discos con temas recién salidos del horno como Pedra foguera, que estrenó videoclip hace tan solo unos días y que formará parte del nuevo álbum que ya tiene entre manos.

¿Qué ha preparado para la cita?
—Algo para que la gente escuche sin distraerse con fuegos artificiales. En la primera parte estaré solo con la guitarra y luego con los Geminis, para probar cosas nuevas. Quiero que la gente nos escuche a mí y a mi grupo y sepan cómo se hacen los temas.

Cuarenta años en la industria se dice pronto.
—Cuarenta y tres (risas). Es toda una vida, efectivamente.

¿Ha cambiado, aunque sea poco, su visión de la música?
—¿Sabe qué? Un compositor no puede cambiar su estilo o al menos eso es lo que pienso yo. Pero sí hay que estar al tanto de las modas, así como de lo que pasa en la industria, sobre todo en los estudios y las técnicas que aparecen. Pero mi forma de componer, de ver la vida, tratar mis temas de siempre, el amor, la amistad y el ecologismo, no cambia mucho. He hecho una animalada de canciones y me doy cuenta de que a veces me repito porque he tocado todos los palos, pero puedes repetirte porque lo que dije hace 40 años ha cambiado porque hay otra forma de decirlo o la forma de vida es diferente no al cien por cien, sino al mil por mil.

¿Hay algún momento del día que sea mejor para componer?
—El año pasado estuve 20 horas componiendo sin parar más que a comer o hacer deporte. Composición, composición, composición. Siempre encuentro motivos porque es lo único que me da una satisfacción tan grande. Publiqué Pedra foguera el otro día y ayer ya acabé otra. No puedo hacer otra cosa. Cuando tenía 9 años e iba en carro desde fora vila con mi padre, yo ya hacía cosas de música. Bien o mal, seguramente mal, pero ya cantaba. Es la que tengo. He hecho de todo en música y esta es la raíz que tengo, la composición.

¿Es lo que más disfruta?
—Sí, aunque también es sufrir porque quieres explicar algo y no sabes cómo. A veces he pasado un mes para una canción para encontrar una nueva forma de volver a decir algo que ya he dicho, porque tengo más de 300 canciones. La gente solo escucha los 3 o 4 minutos que dura la canción y parece fácil, pero no ven todo esto, pero mi casa está llena de lápices, una goma milán y papeles llenos de borrones y tachones. Hay sufrimiento, sí, pero no me canso de ello porque también me gusta mucho.

¿Cómo valora el respeto que se ha ganado entre los demás músicos, incluidos los jóvenes?
—Lo valoro mucho. Y creo que me lo he ganado porque cuando empecé las pasé muy putas. Algo bueno debo hacer cuando me han llamado para colaborar los grupos más importantes de Mallorca. Es el trabajo. La inspiración no cae del cielo, a mí no me vienen musas a decirme qué hacer, sino que ha sido una cuestión de trabajo y trabajo.

¿Ha pensado en dejar la música?
—Sí, pero no ahora, sino hace 40 años cuando empecé a cantar en mallorquín. Solo se hablaba en mi casa, en mi familia, y cuando iba a los pueblos a cantar me preguntaba: ‘¿Por qué canto mis canciones y en mi lengua si no me escucha ni Cristo? Con lo bien que estaba yo tocando rock en los hoteles ganando mil pesetas diarias’. Tuve la pequeña duda, pero ganó la fuerza y la estimación por la composición en mi idioma, porque es el mío.