La profesora Olga Bryukhovetska, ayer en Es Baluard. | Pilar Pellicer

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A la doctora Olga Bryukhovetska le sorprenden las quejas del calor. No es muy amante del sol, pero reconoce que encuentra el clima isleño «sanador», aunque le quita hierro al asunto: «De algo hay que quejarse». Bryukhovetska tuvo que dejar Kiev hace tan solo unos meses, el pasado septiembre, sobre todo para poder garantizar la seguridad de sus padres, de edad avanzada. Desde su posicionamiento como profesora de Teoría de la Cultura, Bryukhovetska ha participado en el programa LAP de Es Baluard, donde reflexiona no sobre la deconstrucción de su país, sino la «violación física de los límites de Ucrania» y sobre cómo los intelectuales puede traer esta realidad al pensamiento.

Recuerda el inicio de la guerra, que lo sitúa en 2014, como un shock al que «te acabas acostumbrando» cuando te das cuenta de que «va a durar y tienes que seguir con tu vida» mientras las bombas caen. El seguir adelante, no obstante, es algo que lleva como bandera: «El agresor quiere que pares tu vida, de modo que continuarla, recuperar el trabajo en la universidad, es un tipo de arma también». Es, de hecho, «la mejor arma» porque «continuar contribuyendo a ser lo que nos hacer ser como somos es también un tipo de resistencia».

Para Bryukhovetska, además, es obvio que Putin ha perdido la guerra de la propaganda, aunque reconoce que al arrancar la invasión «hizo mucho daño» y logró hacer calar su mensaje en varias partes de Europa y el Mundo Occidental. «El discurso de la OTAN, Ucrania como un peón de Estados Unidos contra Rusia, o que somos un estado fascista». Sin embargo, «como pensaban ganar la guerra en tres días, no estaban preparados para esta segunda fase, y ahí han perdido la guerra cultural».

En el caso particular de Bryukhovetska, además, es consciente de que ella no es «muy útil si me matan en el frente o si estoy herida», por lo que hizo lo que sabía, escribir, pero intenta hacerlo no solo como una refugiada más, sino como un intento de «dar voz a todos aquellos que se han quedado allí y siguen luchando y sufriendo».

Asegura Bryukhovetska, de hecho, entiende que desde fuera pueda parecer algo irrelevante la cultura en el contexto bélico, pero asegura que es todo lo contrario: «Es el gesto de que nos importa y nos preocupamos por nuestra cultura, que es algo que Rusia quiere aniquilar. Nos da la resistencia, el conocimiento interno de nuestra sociedad», aunque confiesa que al inicio de la invasión «nos preguntamos muchos si era algo que debíamos continuar haciendo cuando hay gente muriendo, pero es nuestra forma de dar sentido a la vida, a través de poemas, películas, libros, teatro, etcétera. Así integramos la experiencia dolorosa que es la guerra y es nuestra forma de luchar».

Además, hace la puntualización la doctora de que «es la guerra más documentada de la historia» en la que todos los soldados son «filmmakers, poetas, y estoy segura de que esto irá a más», afirma Bryukhovetska quien avanza «un renacimiento cultural en Ucrania» porque «los ucranianos estamos convencidos de que vamos a ganar la guerra y cuando eso pase los corazones y las manos fuertes de los ucranianos no tendrán todo por hacer y cuando la victoria llene no estaremos en medio de la nada».

Reconstrucción

Es el grano de arena del mundo de la cultura para un escenario, el de la victoria, que cuando llegue tendrá que aportar a toda reconstrucción de hospitales, escuelas, etcétera, pero sabiendo que «también hay edificios que han sido destrozados y que se dedicaban a la cultura, como bibliotecas o universidades». Para todo ello, y en parte por todo ello, «la cultura será necesaria para salir de la experiencia tan profunda que hemos tenido».

Y a pesar de todo, hay luz: «Hay historias increíbles de gente capaz de hacer lo que sea por ayudar y esa es la parte preciosa de todo esto, la solidaridad y la idea de compartir todos el mismo destino. Cuando experimentas una situación tan extrema, con tantas profundidades de maldad, también es cuando puede aparecer lo mejor de la gente».