Maria Herreros presentará su libro más íntimo, 'Historia de una niña con pánico a ser mujer' (Lunwerg) este sábado en Marratxí, dentro del festival Tinta Il·lustre. | Ricardo Cavolo

TW
3

Ya de muy niña, Maria Herreros (Valencia, 1983) se dio cuenta de que eran ellos los que vivían grandes aventuras, los que protagonizaban las guerras –porque las guerras son de ellos, avisa– y a los que se dedicaban calles y estatuas. «Empecé a ver que había tenido un conflicto de género. A una edad demasiado temprana observaba cosas de la sociedad que me cuestionaba, mientras otros la aceptaban como algo preestablecido. Yo no encajaba, no me sentía cómoda con las definiciones», confiesa.

Su nuevo libro, Historia de una niña con pánico a ser mujer (Lunwerg), es una suerte de diario íntimo ilustrado, lo que ella considera «un compendio de pruebas porque mucha gente niega nuestra experiencia». De hecho, el volumen arranca con un informe psicológico de cuando iba al colegio en el que destacaban que era muy espabilada, buena compañera, muy inquieta, con habilidades sociales y con talento para el dibujo, aunque a veces se sentía culpable por ser torpe. Sobre este nuevo proyecto hablará este sábado, a partir de las 12.00 horas, en el Museu del Fang de Marratxí, dentro del festival Tinta Il·lustre que organiza Rata Corner. Será un acto conjunto en el que Ricardo Cavolo, también ilustrador conocido y su pareja, presentará su último proyecto, el poemario ilustrado Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca.

Condena

La artista cuenta que vivió su primera menstruación como una condena. «Quería ser yo, no una mujer», sentencia en este volumen. «Es algo que no has elegido y las niñas no son tontas, se dan cuenta de que ser mujer implica ciertas cosas, se te exige otro tipo de recato y de responsabilidad y a ellos no. Por eso me cayó como una sentencia. No sé si hoy habría querido cambiar de sexo o recurrido a hormonas, pero en ese momento fue lo peor que me podía pasar», asegura.

En este sentido, Herreros admite que «no me gusta ser mujer por cómo nos trata la sociedad». «Tardé muchos años, hasta los 30, en darme cuenta de que no me gustaba serlo. Ahora, he llegado a la conclusión de que no tengo un problema con mi cuerpo biológico, sino en cómo la sociedad trata a las mujeres. Hasta los 30 o así no he hecho las paces con el hecho de ser mujer. Pude sentirme cómoda siéndolo cuando me generé mi propia definición y, a la vez, tampoco me quiero definir. Tengo mucha energía femenina y masculina y uso la que quiero según las circunstancias. Los géneros binarios me aburren mogollón. Tengo un hijo de cinco años y medio que tenía el pelo hasta la cintura y pidió que se lo cortáramos porque se burlaban de él, por culpa de los códigos aburridos y limitadores, atrasados», relata.

Las películas de Disney tampoco ayudaron. Por eso, recopila algunas de las frases y escenas tan famosas como «escandalosas» que ya hemos «normalizado»: «Los hombres no te buscan si les hablas», le espeta Úrsula a la Sirenita o «No está bien que una mujer lea... enseguida empieza a tener ideas y a pensar» dicen sobre Bella. «Y cuando pensé en que El libro de la selva se salvaría, al final de la película Baloo le dice a Mowgli que «esas siempre dan problemas». «Resulta que Baloo era un cuñado y no lo sabíamos».

Noticias relacionadas

La casa del terror de la feria remató el trauma. «Imagínate exponer a niñas de seis años a estas escenas en las que se ven tipos superserios maltratando a mujeres, todas ellas muy sexis. ¿Qué conclusión sacabas? Yo no quería que me pasara esto, por eso no podía convertirme en mujer. Y no iba muy desencaminada. Llegué a pensar que aquello tan terrorífico no era para tanto, pero encontré las fotos y sí lo era, y mucho», recuerda.

La casa del terror
«Imagínate exponer a niñas de seis años a estas escenas en las que se ven tipos superserios maltratando a mujeres, todas ellas muy sexis. ¿Qué conclusión sacabas?».

En este diario ilustrado, Herreros también comparte su banda sonora, que es la de toda la generación que se crio en los años noventa (Natalie Imbruglia, los Back Street Boys, las Destiny's Child y las Spice Girls, Madona o Dover, entre otros), además de un fanzine que su primo –al que le dedica el libro– les envió a ella y a su hermana cuando se fue del pueblo para «explorar y encontrar su identidad». «La valentía que tuvo al dejarme ponerlo en el libro me motivó a compartir mis vivencias», añade.

Sobre si se considera valiente por haber materializado este proyecto, apunta que «lo que realmente me da palo es hacer sentir culpable a mi familia. Soy una persona con un nivel alarmantemente bajo de pudores. No tengo vergüenza a contar nada, no tengo filtros», declara.

Diario de guerra

Ahora, Herreros está confeccionando el diario de guerra de su abuelo, que luchó en el bando republicano durante la Guerra Civil cuando tenía 19 años. «Llevaba años usando las historias de otros personajes para hablar, en realidad, de lo que me interesaba a mí. Estos últimos años he dado para mí un paso valiente de hablar en primera persona, que es más difícil de lo que parece. Hacía diez años que quería hacer este libro, que es un tesoro, pero ha surgido el momento de forma natural. Me ha motivado también el panorama político tan calentito, así que me parece que está bien acordarse de estas cosas que son peligrosas», razona.

«Mi abuelo era labrador y barbero, sentía mucho amor por la tierra, por hacer las cosas despacito. Su relato transmite muy bien el absurdo de la guerra desde su mirada sencilla. Habrá personas que pensarán en algo épico y ambicioso, pero él, en su diario, explica la pena que le hacía que el otro batallón estuviera frente a ellos y, en el medio, había kilómetros de sembrado que se estaba echando a perder», cuenta.