El poeta y tipógrafo Damià Rotger, en Palma. | Pere Bota

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Cuenta Damià Rotger (Ferreries, 1981) que cuando estaba en el hospital con su madre, enferma de cáncer, los psicólogos les iban «preparando» para lo que iba a suceder y «siempre usaban la palabra ‘acompañar’». «A medida que iba perdiendo a mi madre, entrábamos en un capítulo nuevo de ese acompañamiento. Cerrábamos las ventanas, para que estuviera en la penumbra, y me sugerían que no la cogiera muy fuerte de la mano, porque tenía que dejarla marchar, poco a poco. Todo ese proceso lo he catalizado en este poemario», detalla el escritor sobre Umbilical (Nova Editorial Moll), una «epopeya personal y universal», en palabras de Sònia Moll, que firma el prólogo. Lo presentará el próximo 13 de abril en la librería Rata Corner de Palma junto a Emili Sánchez-Rubio, Laia Malo y Miquel Simonet a la guitarra. Para las próximas ocasiones, le acompañará un calígrafo profesional que vive en Valencia y hará caligrafía en vivo.

«Que es foti Caront, a Mare la porto jo» murmura el Portador, alter ego de Rotger, quien se atreve a llevar «hasta el final», a viajar a la «inmensidad» y regresar, de nuevo, con los humanos. Así, el periplo se divide en tres actos: Sense Caront, Mirada boreal y L’etern retorn. «Portador es toda aquella persona que decide, hasta las últimas consecuencias, acompañar en el traspaso a alguien, del cuerpo a la luz, de la materia a la no materia», aclara.

Mitología

A parte de la figura de Caronte, la mitología griega y la cultura clásica también se perciben en la manera de escribir de Rotger. «Estamos acostumbrados a la poesía de impacto, de que cada poema sea como un gancho perfecto de un boxeador. Hay épocas en las que yo mismo he pecado de eso. Si miro atrás, poetas que admiro como Yorgos Seferis y Ponç Pons no pretenden causar ese choque, sino hacer que el lector entre en un viaje literario. En este libro no quería ofrecer una sobreestimulación al lector, sino proponer un universo; un ecosistema poético», puntualiza.

En este sentido, Rotger confiesa que cree que este es un mejor libro porque considera que «conviven la intensidad de la emoción y la escritura poética». «En algunos títulos anteriores era más importante la escritura que la emoción, pero aquí precisamente he intentado que la escritura no esté por encima de la emoción», razona.

Así las cosas, opina que es la obra «más entendible» que ha publicado. «Arèola, por ejemplo, es más abstracto y hermético. Tal vez escribía poesía pensando en que los lectores fueran poetas también. En este caso, el tema y los poemas eran los que me daban órdenes a mí. El acto creativo surge de la carencia. Si no falta nada no nos ponemos a crear. Umbilical es un intento, mediante la poética y el verso, de dar sentido a los sentidos», insiste.

Diseño

A parte de poeta, Rotger es tipógrafo y también se ha ocupado de la maquetación y el diseño de Umbilical. «Escogí este título porque directamente conecta con la vida. Por eso, tuve claro desde el principio que no quería que la portada fuera negra, sino roja, el color de los fetos, del embarzo, de las vísceras; en definitiva, de la vida. Porque aunque el libro parte de la muerte, habla de la vida», detalla.

Portada de 'Umbilical'
Portada de 'Umbilical' (Nova Editorial Moll'.

La portada también representa una «textura» creada a partir de los «remos del Portador o las palas de entierro» que bien podrían ser también los vasos sanguíneos. Además, «por primera vez el libro tiene dos modelos de cubiertas que, si se ponen una al lado de la otra, genera un efecto como si el poemario latiera», desvela. Asimismo, a diferencia de otras obras anteriores, Umbilical no tiene ilustraciones. «Quiero que cada lector se imagine como el Portador, que no me vean a mí. Así, además, cada lector es especial en este trayecto vital», justifica.

Incluso cuando se anuncian los diferentes actos también propone un juego visual. «En el primero, cuando Caront se va, las letras también se van apagando. En el segundo, Mirada boreal, la luz se superpone y cambia la mirada hacia los elementos, por eso hay poemas dirigidos a un kiwi o a un pozo, porque cuando sientes un duelo la cosmogonía cambia. Finalmente, el último acto, L’etern retorn, esta frase también vuelve sobre sí misma», expone.

«Hay que usar la mirada como pensamiento visual. No solamente tenemos que pensar con el cerebro, sino también con la mirada. La poesía es el telescopio por donde el universo nos mira a los ojos. Aquí la poesía es el telescopio para entender la inmensidad, para acompañar a alguien a lo desconocido, a lo inmenso, a lo ignoto», declara.

Preparación

Umbilical en cierto modo constata que no estamos preparados para la muerte y, especialmente, para el acompañamiento de alguien que está a punto de morir. «Toda la vida evitamos la palabra ‘muerte’, decimos a los niños que alguien que se ha muerto es una nueva estrella en el cielo o un ángel. La cuestión es cómo podemos poetizar con la escritura la muerte. En este aspecto, también quiere ser una reivindicación de la gran suerte que tenemos los que nos dedicamos al hecho creativo de poder transfigurar un mal momento», señala.

Podría haberme pasado estos dos años y medio llorando en la Cova [así llama el autor a su habitación], pero me los he pasado creando. En este periodo he alargado la vida a mi madre dos años y medio. Ahora, ya puedo volver a vivir con los humanos», concluye.