Ruben Östlund presentó ayer en CineCiutat la cinta 'El triángulo de la tristeza', nominada a tres premios Oscar. | M. À. Cañellas

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Hace menos de una semana estaba en Hollywood, sentado en el Dolby Theatre de Los Ángeles, atendiendo a la gala de los Premios Oscar en los que optaba a tres de los más suculentos: Mejor Película, Director y Guion Original. Finalmente fue Todo a la vez en todas partes la gran triunfadora, pero Ruben Östlund asegura que ya ha aprendido a «no tomarse tan en serio estas cosas». Ayer pisó de nuevo un templo del cine, pero esta vez mucho más próximo, ya que Östlund presentó su cinta, El triángulo de la tristeza, en el CineCiutat de Palma con la resaca reciente de su paso por la meca del séptimo arte. A su regreso a Mallorca, Östlund se muestra entusiasmado con su vida en Campos, con ganas de seguir «retando al público» con sus próximas cintas y con la mirada puesta en el Festival de Cannes de este año, cuyo jurado presidirá.


¿Cómo vivió la ceremonia de los Oscars?

—Creo que era algo esperado que Todo a la vez en todas partes fera la triunfadora y que Sin novedad en el frente fuera la segunda, así que lo viví sin mucho estrés. Es obvio que quería ganar y poder traer el Oscar de vuelta a Campos y ponerlo en mi estantería, pero llevo mucho tiempo en esto como para no tomarme estas cosas tan a pecho. Lo importante para mí eran las nominaciones porque gracias a eso pudimos estar de nuevo en 500 cines, y eso es lo que cuenta.


¿Tenía alguna favorita?

Aftersun es la que más me ha gustado de este año, aunque no fuera nominada a Mejor Película, algo que es muy común en los Oscars con películas más pequeñas como esta porque necesitan que todo el mundo hable de ellas para que las nominen.


¿Cómo ha sido su vuelta a Campos? ¿Piensa quedarse en la Isla?

—Me encanta Campos, es fantástico y es un lugar muy importante para mí. He podido conocer a gente del pueblo y creo que es un lugar maravilloso. Ahora mismo vivimos más en Suecia, pero cuando mi hijo crezca más estamos pensnado en convertirnos en residentes de laIsla, aunque depende de varias cosas y aún está por ver. Una cosa está clara: la casa la vamos a mantener.


¿Qué opina de que se quiera prohibir la compra de casas a extranjeros?

—Lo entiendo perfectamente. Al final, los precios suben y se expulsa a la gente que vive aquí y es algo que comprendo. Puede que sea incluso la mejor solución, pero no lo sé con certeza.


Dijo que planea rodar su próxima película aquí, ¿sigue en pie?

—Sí, lo estamos mirando todavía, pero es algo que me gustaría mucho.


También dijo que le gustaría que la gente que vea El triángulo de la tristeza sienta empatía por sus personajes, en lugar de disfrutar de su sufrimiento por ser ricos, ¿se está cumpliendo esa idea?

—Bueno, tampoco pasa nada si disfrutan de que sufran porque son personajes de ficción (risas). Sí que espero que haya un entendimiento hacia ellos y que comprendan que es la estructura social y económica la que les hace ser y actuar como lo hacen.

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Östlund, durante un instante de la entrevista.


En la cinta hay un comunista americano y un capitalista ruso que, aunque discuten, se llevan bien, ¿resulta imposible algo así?

—Es curioso porque cuando empecé a escribir la película no parecía algo tan imposible, pero hoy en día sí lo es. Parecía que habíamos dejado atrás los dos bloques oriental y occidental, pero la Guerra de Ucrania nos ha devuelto a esa óptica.


Tras su mayor éxito comercial con El triángulo de la tristeza, ¿que se plantea ahora artísticamente?

—Cada proyecto que hago intenta retar al espectador y creo que voy a conseguir la mayor estampida de público de la historia del Festival de Cannes. Hay una escena en la que veremos cómo un niño se aburre sin tener nada que hacer durante varios minutos y será a tiempo real. Es una manera de provocar al público sobre las distracciones de la vida y sobre cómo, a pesar de que es totalmente arbitrario que vivamos una vida y estemos en este mundo, seguimos totalmente distraídos por trivialidades en lugar de disfrutar de cuán rica es la vida.


¿Logra escapar de esas distracciones?

—Soy bastante malo en ello(risas), pero lo intento, sobre todo cuando estoy con mi hijo e intento disfrutar más de los pequeños detalles de la vida. Mallorca, de hecho, es un gran lugar para ello, salir al campo y dejar el móvil en casa.


Se ha dicho de usted que es un rico riéndose de los ricos, ¿lo comparte?

—Bastante, sí (risas). En una escala global soy definitivamente del grupo de los ricos y toda mi filmografía consiste en reírme de mi grupo y de mí mismo. La cosa está en que mi madre, que ha sido profesora, ha sido siempre de izquierdas y se considera comunista, pero al hacer películas y ser aceptado en el círculo deHollywood he ganado dinero, no demasiado, pero sí para ser considerado un rico, y es normal que no esté tan conectado con la clase trabajadora.

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Östlund presidirá el jurado de Cannes durante la edición del festival de este año.

¿Su madre no le ve como el enemigo?

—(risas) no, para nada. Además mi madre tiene mucho sentido del humor y mi hermano es de derechas, o sea que las comidas en casa son bastante interesantes. El problema es poner el foco en el individuo y dar por hecho que estos problemas se pueden arreglar de manera individual cuando solo se solucionan colectivamente. Por eso creo que pensar que un rico no puede tener buenas ideas para mejorar la sociedad solo por ser rico ya es una mala manera de crear esa sociedad mejor. De hecho, si hablamos de solidaridad, te aseguro que los ricos son muy solidarios... entre ellos (risas).


¿Cómo vive el ser presidente del jurado en Cannes este año?

—Es algo muy emotivo para mí porque cuando hice mi primera película soñaba con presentarla en Cannes y todas las decisiones de mi carrera han ido dirigidas con ese objetivo. Es cierto que quienes me han precedido eran más mayores por estar al final de su carrera y puede ser un poco pronto para mí, pero estoy preparado.


Al final de su filme se ve cómo se giran las tornas y quien no tenía poder lo alcanza para abusar de él también, ¿es una forma de decir que todos somos iguales?

—Sí creo que todos lo somos en un sentido absoluto, pero va más por la idea de que estar en una posición de poder y no corromperse es muy difícil. Un estado sin corrupción es algo que solo ocurre con un esfuerzo continuo y es totalmente absurdo pensar que alguien pobre sería un buen líder solo por ser pobre.


¿Qué persona de qué grupo social elegiría como gobernante?

—¡Si puedo elegir quiero estar yo al mando!