Entrada al tanatorio de Sant Gervasi, donde se ha instalado la capilla ardiente del cineasta fallecido.

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Amigos, familiares y profesionales del séptimo arte que trabajaron con él o, simplemente, le admiraron se acercaron durante la tarde de este lunes al tanatorio de Sant Gervasi, en Barcelona, para despedir al cineasta Agustí Villaronga, fallecido el domingo tras una dolorosa enfermedad. Villaronga, que en marzo habría cumplido 70 años, se va reconocido como un «maestro», el ganador de nueve premios Goya, y Medalla de Oro en Bellas Artes, que incluso dedicó los últimos meses, ya enfermo de cáncer, a rodar una película, Loli Tormenta. «Curiosamente una comedia, la última carambola de Agustí», argüía entristecido el productor Cesc Mulet. «Para él, el cine era la vida».

Antoni Aloy, director y coguionista con el escritor Biel Mesquida de El Mar, una de sus grandes obras, se fundió en un abrazo con Mulet a las puertas del tanatorio. Visiblemente emocionado, Aloy quiso recordar «a mi mejor amigo, un icono del cine y la persona más generosa, con unas enormes ganas de vivir. Siempre fue un niño. Venir a Barcelona ya no será lo mismo sin él». A su lado, el fundador de la asociación de cineastas de Balears, Lluís Ortas, atribuyó a Villaronga «mi primera gran revelación con el glamour del cine», cuando coincidió en un acto con la actriz Sara Montiel. «No solo se ha hecho querer por su magna obra, sino también por lo gran persona que era. Lo hacía todo con un amor y una pasión desbordantes», resumió el actor Pep Tosar, quien confesó pertenecer al grupo de «fans irreductibles» de Villaronga.

Con él trabajó en el laureado Pa Negre, pero también en El niño de la luna y en la que, para Tosar, es «la mejor obra de cine en la que nunca haya participado», el documental de ficción Miquel Bauçà: poeta invisible. Otros actores protagonistas de sus filmes, como Marina Gatell, Eva Basteiro, Bruna Cusí, Nora Navas y Lázaro Mur, también acudieron a despedir al cineasta, que recibió asimismo el tributo de otro actor, el catalán Marc Martínez, que, pese a no haber tomado parte en ninguno de sus largometrajes, dijo «admirarle profundamente. Era un ser de luz, con una mirada diferente».

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También para los profesionales que trabajaron a su lado, codo con codo, detrás de las cámaras, como la guionista y productora Isona Passola, quien se fijó en el jardín que rodea el tanatorio, «muy zen, muy de Agustí. Transmite paz. Pero él, cuando se enfrascaba a dirigir, era un guerrero. Un crack muy sensible que se ha erigido en una de los grandes clásicos del cine catalán». Un creador, destacó Passola, «deseoso de hacer aflorar el catalán de Mallorca» y de seguir al pie del cañón hasta el fin de sus días. «Interrumpió la quimioterapia para dirigir su última película. En el rodaje nos lo hizo pasar fatal por ello, pero así era él». «Nos entendíamos muy bien», dijo Raúl Román, montador en cuatro cortos y siete de sus películas más reconocidas. «Si le quitaba algunas escenas, sufría mucho, y hasta surgían tiranteces, porque tenía la impresión de que no conseguía llegar más lejos, pero luego lo entendía. Era un trabajador innato».

Amigas

En su último rodaje, Loli Tormenta, reservó incluso un pequeño papel a una de las amigas de su vida, Margarita Gallego, aquejada como él de cáncer, contra el que aún lucha. «Le dije que antes de morir quería salir en una de sus pelis, y así lo hizo. Como él habrá muy pocos. Me pagó y trató muy bien». Las hermanas de Agustí, Tonga y Celia, fueron las primera en llegar al tanatorio, junto a otros familiares. Y no tardaron en acercarse también sus amigos más personales, fuera del celuloide. Como el pintor Frederic Amat o la diseñadora Estrella G., quien resaltó lo «divertido y creativo» que era Villaronga.

«Es una de las personas más generosas que nunca haya conocido», dijo Maria Abdala, «conmovida» por el recuerdo de quien «siempre vivió intensamente». Para Carles Congost, productor y amigo, lo más destacado de Villaronga es que «se preocupaba mucho por todos. Tenía una inteligencia afectiva inaudita». La capilla ardiente se mantendrá abierta hasta las 13.30 horas de hoy. Antes, recibirá la visita institucional de la presidenta Armengol y del conseller de Cultura, Miquel Company, quienes tienen previsto llegar a media mañana a Barcelona. Después asistirán al oficio funeral en el que se dará el último adiós al cineasta.