El montaje cuenta con un gran despliegue artístico y técnico.

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Cuando se hace referencia a un musical normalmente se da por hecho que se trata de un montaje entretenido, divertido y, sobre todo, muy alegre. La jaula de las locas no es una excepción. Es más, según su director y protagonista, el conocido artista y presentador Àngel Llàcer, no solamente corrobora esta premisa, sino que incluso la sobrepasa. «Es pura felicidad, un masaje y un bálsamo para el alma. Es una terapia de felicidad», asegura. Sin embargo, a pesar de que el espectáculo se estrenó en 2018 y desde entonces ha congregado a más de 400.000 espectadores, Llàcer afirma que «hasta que no lo ves con tus propios ojos no crees que exista tal locura». La oportunidad para poder comprobarlo en Palma llegará la semana que viene, del 26 al 29 de enero, en el Auditòrium de Palma con seis únicos pases.

El montaje está inspirado en la popular obra francesa La Cage aux Folles, escrita por Jean Poiret en 1973 y estrenada en Broadway en 1983, se basa «en la versión revival» de Broadway de 2010, ganadora de tres Premios Tony y tres Drama Desk Awards. «Uno no sabe cómo va a estar después de la función, hay un cambio dentro de ti», insiste Llàcer, que protagoniza la pieza junto a Iván Labanda, con quien se turna dado el esfuerzo titánico que supone cada representación, de dos horas y media de duración.

En este sentido, Llàcer destaca que es «un musical clásico de toda la vida, con una apertura, un primer acto de hora y media, un entreacto de quince o veinte minutos y una segunda parte que dura una hora exacta». «Como artista sí que supone mucha carga de trabajo, pero el público no se cansa. De hecho, se les pasa volando», declara. Para él, en cambio, «es como un partido de tenis o una partida de ajedrez, tienes que estar preparado, descansado y atento. Porque el público es tu aliado y tu contrincante a la vez, así que tienes que estar muy pendiente de todos los detalles, midiendo sus reacciones... Esa es la magia del teatro: cada función es diferente, nunca se repite exactamente la misma, porque todo puede cambiar y lo va haciendo a lo largo del espectáculo».

De la misma forma, es un «musical clásico» porque, como recalca el director, «tiene motivos musicales durante toda la obra, con canciones que se repiten –en total hay trece, como las míticas Yo soy lo que soy (I am what I am») o La vida empieza hoy (The best of times), bises, corales, bailarines, dúos y solistas.... Es una gran historia contada también musicalmente y de diferentes maneras. Además, hay un gran despliegue, con 24 actores y 10 músicos».

En consencuencia, no es de extrañar que no proliferen este tipo de espectáculos de gran formato porque, como admite Llàcer, «es una apuesta bastante arriesgada». «Lo estrenamos en 2018 en Barcelona y fue tan bien que nos permitió ir a Madrid. Luego ya vino la pandemia, pero como consideramos que era muy necesario que la gente se lo pasara bien, que decidimos hacerlo igualmente, en Barcelona. No ganamos ni un duro, pero la gente estaba realmente agradecida. La gente quiere ser feliz y compartir grandes momentos con sus seres queridos. Por eso la gente vuelve a verlo, porque quiere compartir esa felicidad con los suyos», razona.

Argumento

La jaula de las locas está protagonizada por Albin y Georges, una pareja que regenta el club nocturno La Cage aux Folles de Saint Tropez. Su apacible vida se ve trastocada cuando Jean Michel, el hijo de Georges, se va a casar con la hija de un diputado ultraconservador –que hoy, como reconoce Llàcer, podría tratarse de un representante de Vox–, defensor de los valores más tradicionales en la vida familiar. El encuentro entre dos familias tan distintas es explosivo y desata situaciones delirantes.

A pesar de que algunos puedan considerar este tema como «sensible», Llàcer afirma que él nunca ha pensado el montaje como una «reivindicación». «Es simplemente una grandísima comedia protagonizada por dos hombres y el hijo de uno de los dos». «No me gusta hablar de valores, porque me da igual. Tú haz lo tuyo y yo lo mío. No pensaremos igual y no seremos amigos, pero que cada uno vaya por su camino», resuelve.