Mikel Erentxun, líder de los añorados Duncan Dhu, ofreció uno de los mejores conciertos de Sant Sebastià. | Miquel À. Cañellas

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No hay Revetla de Sant Sebastià sin incertidumbre meteorológica. Temporales más o menos violentos han ido marcando año tras año las fiestas patronales de Ciutat a las que, además, se sumó no hace tanto la pandemia de la COVID-19. Algo que parece ya prehistórico, pero que sin embargo no hay que olvidar que este es el primer año ‘normal’.

Por ello, no es de extrañar que decenas de miles de personas se lanzaran a las calles con más ilusión que nunca por recuperar el tiempo perdido, sin importar el frío, la lluvia ni el viento. Esto último siempre lo más molesto y lo más peligroso, pues desde la organización siempre aseguran que los escenarios están preparados para la lluvia, pero no por las grandes rachas de viento–. Sin embargo, al menos al escribir estas líneas, no había rastro de paraguas y el viento soplaba sin mucha violencia. De hecho, algunos comentaban que hacía mucho que no recordaban una Revetla con un tiempo tan apacible.

El Drac de na Coca encendía la fiesta, como es bien sabido, en la Plaça de Cort. No es hasta entonces, sobre las 20.30 horas, que arranca de verdad la Revetla. Los primeros conciertos empezaron sobre esa hora, en la Plaça de la Reina y en la Plaça Major, con Paula Cendejas y Sedaç, respectivamente. Dos escenarios bastante diferentes, dicho sea de paso, pues si bien el primero es la casa de los sonidos urbanos o lo que se conoce como «nuevo pop», de la mano de Paula Candejas, Ana Tijoux o Marc Seguí, la Plaça Major es la guarida de la música más nuestra, con artistas como Sedaç, Ballugall o el menorquín Cris Juanico, uno de los inolvidables integrantes de Ja T'ho Diré.

Alternativa
Con todo, cabe tener en cuenta que antes de los primeros conciertos, había otra fiesta, la alternativa, que ya estaba encendida: el Sent Sa Bèstia. Y es que además de las cinco plazas oficiales –la de Cort, Olivar y Joan Carles I, además de las dos mencionadas–, había otras cinco más, «autogestionadas», llenas de música y torradores, con un ambiente más gamberro. Estos espacios fueron: las plazas Nova de la Ferreria, Raimundo Clar, Quadrado, Pes de sa Palla y Baluard des Príncep.No faltaron, por ejemplo, una quema de ninots al estilo de las fallas valencianas o un pasacalles muy particular, casi como si tratara de una performance.

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Mientras tanto, los aforos iban fluctuando. Durante los conciertos, las plazas estaban a rebosar, aunque no dejaban de llegar nuevos seguidores, melómanos o simplemente gente corriente queriendo pasar una buena noche. Los cabezas de cartel tampoco se hicieron esperar demasiado –con permiso de Marc Seguí, que no puso de pie la Plaça de la Reina hasta las 00.45 h, casi una hora después de lo previsto por problemas técnicos–. A las 21.00 salía bastante puntual de Cort el mítico Mikel Erentxun, líder de los añorados Duncan Dhu.

Amaia salía una hora después en la Plaza de las Tortugas, tras la actuación de Bilo -ganador del primer premio del Concurso Pop Rock 2022- con la mejor bienvenida posible: la canción Bienvenidos al show. Aquí el fenómeno fan fue indiscutible. «¡Pero qué guapa va!», «¡Qué bien canta!» y así hasta un sinfín de elogios se oían a gritos de sus seguidores, aquí ya más jóvenes que en el de Erentxun. Después del vasco llegó el cierre, también magnífico, con The Gramophone Allstars, que fusiona música jamaicana con otros estilos como el jazz o el soul; y, en el caso de Amaia, con La La Love You.

Pero ninguna plaza estaba vacía. La del Olivar también estaba bastante llena. Allí sonaron Jane Yo -ganadores del segundo premio del Concurso Pop Rock 2022-, Nita y Doctor Prats. Los kilómetros que recorrieron ayer los palmesanos –mallorquines en general y algún que otro turista perdido– se notarán hoy en las agujetas. El dolor muscular será una prueba irrefutable de que este Sant Sebastià, por fin, fue normal. O incluso mejor que eso.