La música y la actitud social de Jefferson Airplain protagonizará uno de los debates.

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Sobre un fondo arcoíris asoman hadas y extrañas criaturas tridimensionales, vestidas con camisas de caftán y envueltas en un sonido caleidoscópico. Bienvenido al universo mágico de la psicodelia. Es un término acuñado en 1956 por el psiquiatra Humphry Osmond, quien buscaba un nombre que describiera la experiencia inducida por un ‘viaje’ de LSD. Nombres propios de la contracultura como Aldous Huxley aconsejaban su uso para estimular la expansión de los sentidos, y la generación baby-boomer se lanzó de lleno a vivir la experiencia. Incluso The Beatles animaba a hacerlo en Tomorrow never knows: ‘apaga tu mente, relájate y flota corriente abajo’. Pink Floyd, Frank Zappa, Jefferson Airplane y los propios Beatles fueron los grandes embajadores de un género que se someterá a una exhaustiva revisión este domingo en el Teatre Mar i Terra de Palma, a las 18.00, dentro del ciclo Retrockspectiva.

La actuación de Damià Timoner amenizará esta charla en la que, además de los artistas citados, Gerry Garcia ocupará un papel preponderante. Líder de Grateful Dead, formación esencial del rock psicodélico fundada en San Francisco, cuna de este movimiento intrínsecamente ligado a la escena hippie, así como a la narrativa de las plumas Beat (Kerouac, Ginsberg, Burroughs, Bukowski…). Con todo, se reconoce como germen de la psicodelia un single de los Kinks de 1965 titulado See my friends. De ese hilo ‘boreal’ tirarían los Byrds así como Brian Wilson para armar su lienzo aural en Pet Sounds. De hecho, la imaginería tecnicolor fue tan prolífica en Gran Bretaña (Pink Floyd, Beatles, Soft Machine, The Creation…) como al otro extremo del charco (Zappa, Love, Doors…). Como cualquier escena con vocación perenne, la psicodelia trascendió el capítulo musical para abarcar diferentes frentes socioculturales, los medios lo rotularon como ‘el verano del amor’, pero era mucho más. Era la protesta definitiva, una revolución interior.

Alegato

Con imponentes alegatos musicales como After bathing at Baxter’s (1967), Jefferson Airplane ensanchó esta escena. Se sabe que el sexteto de Frisco usaba en clave la palabra ‘baxter’ para hablar del LSD. Por tanto, el título del disco sería «después de bañarse en ácido», y bien podría servir de ‘iniciación lisérgica’ al surrealista y estremecedor universo de la psicodelia. En una retrospectiva del género no podemos olvidar a Frank Zappa, un icono contracultural experto en dinamitar la pudorosa sociedad americana con su crítica social.

Rivales de peso abundan, pero convendría mencionar a Pink Floyd, para muchos su álbum de debut The Piper at the Gates of Dawn (1967) es la cumbre del género. Una obra fruto de la mente alucinógena de Syd Barrett, primer cantante del cuarteto de Cambridge sobre el que han corrido ríos de tinta. Barrett reinventó para la juventud un rock bañado en ácido, dotándolo de punteos de guitarra influidos por el avantgarde. Nada fue igual en la música desde entonces. Su carrera se apagó prematuramente. Las drogas minaron su talento y lo desconectaron de la música y del mundo al más puro estilo J. D. Salinger.