La exposición de Alex Giles, ‘Protractivism’, podrá verse en la Marimón hasta finales de febrero. | Pere Bota

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«Mi objetivo como artista es ofrecer una sensación de escapismo inocente y alegre para el espectador», asegura el artista de Mánchester Alex Giles, que la tarde de este jueves, a las 19.30 horas, inaugura en la galería Marimón de Palma su exposición Protractivism. La muestra, que incluirá la edición de un catálogo con textos de Fernando Gómez de la Cuesta, podrá verse hasta finales del mes de febrero. Pero ese objetivo como artista no dista mucho de su personalidad, pues, como bien reconoce él mismo, «siempre he sido una persona que intenta que la gente se lo pase bien, que se ría; crear una buena atmósfera». En definitiva, «extiendo mi personalidad a mi obra», que define como «muy pura»: «Es la expresión de quién soy».

Curiosamente, Giles se puso a pintar de nuevo a raíz del confinamiento por la COVID-19. Cuenta que se había tomado un «largo descanso» de la pintura mientras trabajaba en la industria del cine como director de arte, pero la pandemia hizo que quisiera recuperar aquella faceta. «La idea era traer un escapismo alegre, sacar mis recuerdos a la superficie. El proyecto se convirtió en una terapia para mí en la que era capaz de acceder a mis recuerdos más felices, a esos colores y a esas formas», aclara. Y es que, como reconoce el creador, esa inocencia y alegría se van perdiendo a medida que nos convertimos en adultos «y tenemos unas responsabilidades más duras y aburridas, como las facturas o la hipoteca». Sin embargo, este optimista empedernido defiende que «siempre se puede aprender de los errores, de los malos momentos».

Lo que hace que no decaiga en la negatividad que impera hoy en día son «los pequeños grandes placeres de la vida», como escuchar música –desde la electrónica o el techno hasta el reggae, jazz o el folk–, el cine, la buena comida o buenas conversaciones con los amigos. Con tantos colores y optimismo, el espectador podría entender que el trabajo de Giles no tiene contenido o reflexión, pero él asegura que no lo ve así.

«Son obras profundamente personales. A veces no tengo mucho control de dónde vienen las ideas. Es como una especie de ensoñación. Me vienen los recuerdos de la infancia o de algún lugar o momento concreto, relajante, a través de formas y colores, que es lo que yo transmito en el lienzo. Es como un viaje a las emociones alegres del pasado, una sensación de pura positividad», matiza. En la decena de piezas que componen la propuesta en la Marimón, Giles avanza que «en algunas intento sea como un flash, como una instantánea de mi imaginación» y luego lo combina con formas más o menos rectas o libres. Asimismo, hay algunas creaciones en las que intenta que el espectador tenga una «experiencia íntima» con la obra.