Expectación. Si algo no se puede poner en duda es que el estreno de esta película de James Cameron fue todo un acontecimiento y un fenómeno de masas. Las salas de Palma, como la Augusta, se abarrotaron de cinéfilos que no querían perderse el gran espectáculo.  | Teresa Ayuga -

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«Han pasado 84 años. Y aún percibo el olor a recién pintado». Así empezaba la mítica historia que contaba Rose en Titanic, el superéxito de James Cameron –el primero, al menos–, que llegó a las salas de nuestro país hace este lunes 25 años. El filme, protagonizado por Leonardo di Caprio y KateWinslet, sin duda se ha convertido en una cinta de culto que ha marcado a varias generaciones y que ha suscitado también diversidad de opiniones.

De hecho, Pedro Barbadillo, responsable de la Mallorca Film Commission, asegura que «de las cinco películas más taquilleras de la historia, la primera, Avatar, y la tercera, Titanic son de James Cameron». «Más de 5.000 millones de dólares de recaudación entre las dos, casi diez veces más de lo que costó producirlas. Y una cosecha de Oscars, once en el caso de Titanic, que tampoco hay que olvidar. Aunque personalmente las películas que más me interesan no suelen ser las más taquilleras, y Titanic me pareció un tanto melodramática, sí hay que reconocerle a Cameron, ahora con el respaldo de un estudio como Disney, el papel que juegan sus filmes en la recuperación de la industria del cine y que ahora está revalidando con Avatar: el Sentido del Agua», destaca. Sobre el estreno, admite que «no recuerdo cuándo la vi, pero seguramente no fue en el estreno». «En 1998 no era un gran fan de Cameron y recuerdo más haber ido al cine a ver Barrio, de Fernando León de Aranoa; La niña de tus ojos, de Trueba, Run, Lola, Run, de Twycker o Shakespeare in Love, que se estrenaron por esa misma época».

J. C. Romaguera, crítico de cine de este periódico, sí acudió al estreno, en el añorado Metropolitan. «Recuerdo la enorme expectación. No eran tiempos de hype, pero la película venía precedida por una publicidad que anunciaba el mayor espectáculo jamás visto en un cine a nivel de efectos digitales». Y en ese sentido, reconoce, «no hubo sorpresa, sino reconocimiento y agradecimiento, ya que tal y como planteaba Cameron la puesta en escena, que rememoraba el cine catastrófico de los 70, requería de unos efectos verosímiles. Sí nos pilló desprevenidos cómo esa historia de amor shakespeariana e imposible, pese a ser tópica y tradicional, se imponía a la espectacularidad de las imágenes. Al salir del cine el espectador se preguntaba si no tenía sitio Jack en ese tablón junto a Rose». «Todo parece indicar que ese predominio de lo emocional sobre lo tecnológico fue involuntario porque no hace mucho se dijo que Cameron explicaría científicamente por qué era imposible que Jack se salvara y así callar bocas», apunta. Visto con perspectiva, Romaguera declara que «no puede evitarse otorgarle cierto halo romántico a un proyecto que hoy seguramente sería suicida, al no formar parte de ninguna saga, universo o franquicia», sentencia.

Laura Gost, ganadora de un Goya junto a Jaume Carrió con el cortometraje Woody &Woody, tan solo tenía cuatro años cuando Titanic llegó a las salas. Sin embargo, la también escritora cuenta que en ese momento su madre estaba embarazada de su hermana y, cuando vio el tráiler en el que aparecía una mujer de tercera clase arropando a sus hijos resignada a su muerte, el corazón se le partió y no ha podido verla jamás. «Yo la vi cuando tenía once o doce años y al escuchar    la canción de Celline Dion ya me ponía a llorar como una magdalena», bromea. «Es una gran película y está muy bien hecha. Si hoy se ve en 4k se aprecia hasta qué punto fue precursora a nivel de efectos visuales. Es una pieza clave de la historia del cine, que consagró a sus protagonistas e incluso a algunos de sus actores secundarios. Siempre defenderé Titanic, digan lo que digan y por mucho que se la considere mainstream», concluye.