El fundador y director de Palma Music Studios, Frederik Thomander, posa en la entrada. | Pere Bota

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Por fuera parece un edificio normal, sin nada que llame la atención. Desde la calle, de hecho, cuesta ver qué hay en el interior. Ya ni hablemos de oírlo. No obstante, el interior de Palma Music Studios está repleto de actividad sonora en sus tres plantas, dos superiores y una subterránea. Entre sus muros se esconden los secretos del principal centro de grabación de Ciutat, uno que acoge artistas internacionales semanalmente y que fue fundado por Frederik Thomander y JohanLundgren. Ambos, de origen sueco los dos, se lanzaron a una piscina más llena de sueños que de seguridad, pero acaban de cumplir cinco años de éxito y con la sensación de «haber demostrado que no era una idea loca».

Es Thomander quien dirige el día a día de Palma Music Studios, que cuenta con varias salas de estudio y grabación. Todas con una función específica, ya sea la LiveRoom, dirigida para las actuaciones en directo; la Quincy Room, el corazón del sitio con su imponente escritorio Solid State Logic por el que pasa todo lo que suena allí; laMercury Room, la principal sala de producción; la Winehouse Room, el núcleo de la postproducción; o las más pequeñas, pero funcionales, Aretha, Bowie y Zappa Rooms.

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René Shades junto a Thomander en la Quincy Room, junto al gigantesco escritorio Solid Stete Logic.

Por estos espacios se han repartido a lo largo de los años artistas como Milli Vanili, Jamie Hartman o Robin Schulz, en el aspecto musical, pero lo que hacen en Palma Music Studios va más allá y también han grabado a actores como Mads Mikkelsen, Joseph Fiennes, Daniel Brühl o Emily Alyn Lind y Savannah Smith, de la serie Gossip Girl. Y es que, como señala el propio Thomander, «cada vez hacemos más cosas relacionadas con el cine y la televisión», llegando a ser ya «entre el 25 y el 30% de todo lo que hacemos». El resto, claro, es música.

El actor germano-español Daniel Brühl vistió el centro recientemente.

Y todo empezó de cero. Literalmente. Y es que Palma Music Studios fue construido con este propósito sobre un solar en el barrio de Son Espanyolet. Por ello, sus cimientos se asientan cinco metros bajo el nivel de la calle y sus paredes son dobles, logrando un aislamiento acústico ideal. De hecho, la principal sala de grabación, la Live Room, está creada como un «cubo dentro del propio edificio», aislada de todo lo demás. Es, en todos los sentidos, un «templo del sonido».

Broma

El proyecto, de hecho, nació de una manera algo accidental, casi como una broma: «No había ningún estudio puntero en Mallorca y mi socio me dijo que yo debería abrir uno aquí. Un día, pasando por el barrio, vi el solar y le mandé una foto y le dije en broma que podíamos empezar por ahí». Al final, entre una cosa y otra, se convirtió en realidad y Thomander se dio cuenta de que «este era realmente mi sueño. Así no tengo que dejar Mallorca por trabajo porque, además, no quiero, y es el resto del mundo el que viene aquí». Con ese objetivo cumplido, habiendo traído a artistas de renombre, ahora la principal meta del estudio es «que algún artista asentado internacionalmente venga asiduamente y generar un Palma sound, que la gente cuando lo oiga sepa que se ha hecho aquí». Dicho de otro modo, «igual que los Beatles tuvieron Abbey Road, quiero crear eso para algún artista».

No obstante, el impresionante equipo de primer nivel y la experiencia de sus responsables no lo es todo, sino las bases. La guinda, como el propio Thomander explica, es «que se juntan muchas cosas. Palma, la mentalidad y la ética de trabajo, que tratamos a todos los artistas como si fuera Beyoncé quien va a entrar por la puerta, etcétera».

Básicamente es «que hacemos esto porque es lo que sabemos hacer y hemos construido este lugar para este propósito. Nosotros estamos aquí solo para los artistas», por lo que da lo mismo si es un ganador de cinco Grammys o alguien que está empezando, «todos encontrarán aquí nuestro trabajo duro para ellos», relata.

Por todo ello, el éxito de Palma Music Studios depende solo de ellos mismos. Thomander recuerda que, muy al inicio, los vecinos estaban preocupados, «se pensaban que íbamos a hacer un búnker o un pub nocturno», pero ahora son uno más de un barrio en el que se han asentado de la mejor manera, aunque resulte paradójico: sin hacer ruido.