Blanca Paloma posa para este periódico con su tradicional postura del arquero. | Pere Bota

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Blanca Paloma (Elche, 1988) es magnética, tiene una voz privilegiada y duende. Y no se puede decir eso de todos los artistas. Su padre quiso llamarla Bárbara, su madre Paloma, terminaron llamándola Blanca Paloma. El nombre artístico lo tuvo incluso antes de nacer. Estudió Bellas Artes y durante años ha trabajado como escenógrafa y vestuarista de teatro, aunque siempre con la música en paralelo.

Tras colaborar con diferentes agrupaciones musicales, en 2021 dio un paso al frente y entró por primera vez a un estudio de música para grabar Secreto de agua, que primero fue banda sonora de la docuserie de RTVE Lucía en la telaraña, y luego escogida para participar en el Benidorm Fest, la preselección española para Eurovisión, en la que sorprendió a propios y extraños con una actuación tan medida como teatral, quedando en quinta posición. Ahora, tras presentar su último y muy personal trabajo, Eaea, con el que de nuevo aspira a representar a España en Eurovisión, actuó el martes en Palma, dentro de la inauguración del ConoFest International Short Film Festival.

De 0 a 100 en un año, ¿cómo han sido estos meses para Blanca Paloma tras darse a conocer en el Benidorm Fest?
—Ha sido un año intenso y apasionante. Siempre había estado metida en la música, pero al mismo tiempo inmersa en las artes plásticas y con mi trabajo como escenógrafa y vestuarista teatral. El Benidorm Fest me ha ayudado a focalizarme en la música. Eso no significa que vaya a dejar de lado mi profesión, es más, todo lo aprendido lo pongo al servicio de mi carrera musical. Pero es un placer escribir nuevas canciones y rescatar otras que apuntaba en servilletas de papel o en audios en el móvil.

Actuó el martes en la inauguración del ConoFest International Short Film Festival, ¿qué tal la experiencia?
— Fantástica. Siempre es un placer apoyar festivales en femenino como este. Hacen falta muchas más experiencias similares en el país.

¿Es la primera vez que actuaba en Mallorca?
— Sí, pero llevo mucho tiempo unida a la Isla. He venido a menudo a Sóller a ver a mi amigo Pere Andreu, con él he grabado alguna canción en su atelier.

¿Se considera una artista en construcción?
— Siempre hay que estar en construcción, si no un artista se estanca. Necesito probar cosas nuevas, fusionar géneros, experimentar. Además, cuando presentas diversidad, enganchas a más gente. Y que conste que no lo hago con ese fin, pero un artista tiene que llegar al público, sin él no podría vivir de la música, solo sería el artista de su vida

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¿En qué se inspira a la hora de componer?
— Detrás de cada canción que hago siempre hay una historia de superación, de empoderamiento, de recuperación de la tradición, de mirar atrás y revisar los recuerdos para saber a dónde voy. En todo ese viaje de ida y vuelta, hacia el pasado, hacia el futuro, de revisar todos los géneros, es donde me manejo.

Acaba de presentar Eaea, su nueva canción para el Benidorm Fest 23, y no ha dejado indiferente a nadie.
—E stoy encantada con la respuesta de la gente. Es un homenaje a mi abuela Carmen, la matriarca sevillana, el alma de la fiesta y toda una artista de la sobremesa en familia. Es flamenco, es bulería, un homenaje a mis raíces y a esas nanas que escuchamos al nacer y nos cantan nuestras madres y abuelas, pero con una base electrónica. Quizá ha sorprendido a mis seguidores, pero me lo pedía el cuerpo.