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Se suele recriminar a los jóvenes que no se interesan por la historia. Sin embargo, la película de David Varela Un cielo impasible demuestra justo lo contrario. En este filme, cuatro adolescentes investigan sobre la Guerra Civil a partir de los testimonios de los soldados que lucharon en la batalla deBrunete, en Madrid, considerada una de las más cruentas del período. El cineclub 39 Escalons proyecta mañana, a las 20.30, en Multicines Manacor este documental, que incluirá un coloquio con Varela y el historiador Manel Santana. Se trata de una actividad paralela a la exposición Una parcel·la obscura. Policromia d’una rebel·lió, de Catalina Julve, que se puede ver en SaNostra.

Hay muchas películas, que no demasiadas, sobre la Guerra Civil. ¿Qué le impulsó a adentrarse en un tema tan peliagudo?

—Primero de todo quería apuntar que, como bien dices, no hay demasiadas; pero es que, además, no hay tantas. Asimismo, hay que tener en cuenta que, como señalas, es un tema peliagudo, pero no debería serlo. Y ese es un buen análisis de nuestra sociedad. Si comparas otras cinematografías de Europa que han tenido unas circunstancias parecidas, te das cuenta de que su producción es muchísimo mayor. En España tenemos miedo a acercarnos a este conflicto.

En su caso opta por acercarse a partir de la investigación de unos adolescentes.

—Sí, aunque lo que he hecho no es del todo novedoso, otros cineastas españoles o franceses, sobre todo, ya lo han hecho. Es una manera de relacionarlo de forma intergeneracional, con los que se fueron jóvenes a la guerra y los que son jóvenes hoy en día. Era importante que los jóvenes participaran de forma activa.

Plantea un juego de espejos, entremezclando temporalidades: pasado y presente.

—Esta fue una de las razones de ser de la película, que planteamos como un experimento o un juego. No sabíamos dónde llegaríamos porque no sabíamos el grado de implicación de los cuatro chavales que finalmente dedicaron un esfuerzo y una pasión tremendas. Empezaban acercándose a los materiales orales, escritos y audiovisuales y, a partir de ahí, reaccionaban.

Otra cuestión es cómo enseñar Historia a los jóvenes. Algunos confiesan que no es precisamente su asignatura preferida porque les aburre.

—Cuando presentamos Un cielo impasible en los centros escolares y luego hacemos un coloquio te das cuenta de que los adolescentes exigen literalmente al profesorado que les enseñen mejor y desde pedagogías alternativas. Sí que tienen la necesidad de estar bien informados, pero no les damos las herramientas. La culpa aquí es colectiva. Es un problema político mal heredado, con leyes educativas que van cambiando con la ideología que gobierna. Ese batiburrillo sumado al miedo de qué dirán los padres o cómo reaccionará la comunidad educativa...

Los cuatro jóvenes y uno de los historiadores debaten sobre si es posible enseñar Historia de forma neutral, sin adoctrinar.

—Es uno de los puntos de inflexión de la película. ¿Es posible trabajar, pensar o analizar la memoria de un país como el nuestro desde una perspectiva neutral? Después de la investigación de meses, los chavales ven la conversación que tuvieron en la pantalla y se cuestionan lo que dicen. A mí no me interesaba un filme unívoco, algo prácticamente imposible en el análisis de la historia. Porque, como se dice en la cinta, una cosa es el análisis militar de una batalla, como la de Brunete, y otra es el posicionamiento para comprender lo que sucedió.

Incluso sugieren que, a veces, la libertad de cátedra podría llegar a ser contraproducente.

—Se juntan formas de pensar el sistema educativo que a veces colisionan. Si das libertad de cátedra, algunos intentan venderte su ideología. Lo importante es que exista libertad. Los encontronazos dentro de la educación, el periodismo o el arte han de existir como norma. Esa es la base del diálogo. El problema es la polarización. No hay un marco de referencia claro de lo que sucedió, aún seguimos dudando de cosas tan evidentes como que en el 36 hubo un golpe de Estado. La cuestión es que no se enseña por miedo y, en consecuencia, los jóvenes no tienen herramientas ni información para defenderse de esta renovación de los fascismos.

El debate es la razón de ser de Un cielo impasible’.

—Lo que me importaba es que, en el transcurso de la película, saquen sus propias conclusiones. No quería hacer como una guía jerárquica. Hay gente que ha acusado la película de no tener un punto de vista ideológico claro, de moverse en la equidistancia. Yo tengo clara mi posición, pero la idea era debatir, que los chavales y los espectadores sacaran sus propias conclusiones. Eso era más importante que hacer un panfleto.

Llama la atención las escenas en las que los visitantes se hacen selfis sonrientes en lugares donde tuvieron lugar tantas tragedias.

—El tanatoturismo es una tendencia del mercado capitalista que ha dado un paso más allá, ofreciendo diversión en lugares donde sucedieron grandes catástrofes. Esas secuencias tienen un componente simbólico que es, precisamente, de donde nace la película. La pareja haciéndose selfis en esa zona donde tuvo lugar la batalla de Brunete es el gran momento que hizo que pensara Un cielo impasible.