Ángel Luque, esta semana en Palma. | Jaume Morey

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No se debe juzgar un libro por su portada. Eso lo sabemos todos y algunos lo intentamos aplicar. Pero no solo no siempre es fácil, sino que a veces es directamente imposible y nos puede la tentación. Es ahí, en esa ligera frontera entre contenido y cubierta, donde entra Ángel Luque, el diseñador mallorquín que prácticamente está firmando los pósteres de todas las películas de los cineastas isleños y que, además, también trabaja en el mundo editorial. Suya es la portada de La cosina gran, la primera novela de Laura Gost, y suyos son los diseños de El cineasta escondido, Un parell de cançons després, Sacrifici o Pantalles buides que son solo sus más recientes trabajos y todos pertenecen a este año.

Y aunque el cine es algo que le atrae desde siempre, de hecho él mismo explica que «mi trabajo final de carrera ya fue sobre este tema», lo cierto es que «es complicado centrarse solo en ese mundo». Y es que a pesar de la mucha actividad cinéfila actual, «es necesario tener un abanico más amplio» si se quiere ser rentable. Por ello, no es de extrañar que «hago mucho trabajo editorial», como el mencionado caso de Gost y su primera novela publicada en Lleonard Muntaner, de la que le sorprende que «mucha gente me dice que no había visto las dos siluetas que se acercan la una a la otra en la portada». Estos «pequeños detalles», por cierto, estas sutilezas que incorpora a sus propuestas, «son mis pequeños huevos de pascua», los cuales «pongo siempre, y cuando no lo hay es porque no me han dejado», comenta entre risas.

Y es que para Luque estos proyectos son, obviamente, trabajo, pero también son más que eso: «El póster no solo ha de ser un reclamo publicitario para vender una película, sino que es una identidad. Es la cubierta que representa todo el proyecto y ha de destacarse del resto». Ahí es donde radica la parte fundamental de su trabajo: «Hay que lograr ese equilibrio y no hacer trampas. Te intento contar la historia sin contártela o, mejor dicho, sin que te des cuenta».

Por ello, todo, absolutamente todo lo que aparece en el póster de una película o en la portada de un libro, está meditado, pensado y ha pasado por varias mentes antes de ser aprobado. «Yo soy muy de equilibrios, por eso en mis pósteres suele haber siempre una imagen central, pero en el fondo todo se trata de coger la esencia de la obra y transformar esa idea primigenia en otra cosa y usarla de la mejor manera para comunicar», algo que requiere de varios procesos y etapas creativas.

«Yo prefiero estar desde el principio del proyecto porque así lo ves crecer y ves la idea elemental, es como verlo desde chiquitito haciéndose mayor», pero no siempre es el caso ya que «a veces te dan cuatro días para tener el proyecto, o solo te comentan una idea general o no te dan nada», lo cual es «lo peor del mundo». Tras esta fase, llegan las propuestas, que suele acompañar de «dossiers explicativos de desarrollo y de ideas» porque «cuando justificas y explicas todo ayuda» y lo detalla como «no una forma de convencer, bueno quizá un poco sí, pero es sobre todo darle valor a una idea y presentarla», detalla Luque.

«Haz tu magia»

En cualquier caso, se atasque una idea o haya poco tiempo por delante, «siempre sale», pero en cualquier caso si hay algo claro es que por mucho que a él le digan «haz tu magia», no es tanto una cuestión de polvos mágicos ni de varitas encantadas, sino una labor de trabajo, análisis y sinterización.

Sobre trabajar con casi todos los cineastas actuales de la Isla, Luque le quita hierro al asunto: «Mallorca es finita y al final conoces a mucha gente», aunque sí reconoce que «con Marcos Cabotá no he podido trabajar todavía y no estaría mal». Eso sí, el trabajo sigue llamando a su puerta, con la imagen corporativa del festival MajorDocs, lo nuevo de Miguel Eek y el siguiente proyecto de Miki Durán sobre la mesa entre otras cosas. Al fin y al cabo Mallorca no deja de producir, cine y libros, y alguien tiene que vestirlos.