El artista Grip Face posa junto a una de sus obras, en Madrid. | José Sevilla

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Los artistas mallorquines Grip Face (David Oliver, Son Ferriol, 1989) y Ela Fidalgo (Palma, 1993) participan en la exposición colectiva Selfie en la galería Moisés Pérez de Albéniz de Madrid, donde podrá contemplarse hasta el próximo 20 de enero. Les acompañan Los Bravú, Carla Fuentes, Gala Knörr, Luján Pérez y Julia Santa Olalla.

Grip Face cuelga tres cuadros. Una pareja de gran tamaño en forma de diálogo entre un ser completo y otro deconstruido. La temática es la que viene trabajando últimamente: la imagen y el uso que hacemos de esta a través de las nuevas tecnologías, y las máscaras tras las que se esconde la generación milenial al comprobar que el futuro no es tan halagüeño como le prometieron. Se titulan Deconstructed generational mask #01, Don’t tag me I’m a digital addict y Traslapo victimista #06, este último un pequeño retrato, representa un rostro a medio hacer bajo el que se esconde la verdadera naturaleza del sujeto.

Imagen

«Trabajo los autorretratos y realizo un estudio sobre la explotación que hacemos de nuestra propia imagen», afirma el artista palmesano, quien añade: «Una pieza es figurativa y la otra más abstracta, confeccionadas en diferentes capas, en la línea de lo que hago últimamente». «La información y las imágenes que manejamos y colgamos en las redes sociales son otras de las bases en las que me inspiro, es un juego y una interpretación del mundo virtual que nos domina, en el que somos actores digitales de nuestras propias vidas», agrega el creador. «Los retratos de Grip Face conforman una suerte de entidad surrealista de la era post internet», destaca la comisaria de la exposición, Ester Almeda.

Por su parte, Ela Fidalgo muestra una de las piezas del puzzle sobre el transhumanismo que exhibió hace un mes en el Espacio Jorge Juan de Madrid. Se trata de un cuadro bordado, aplicando la técnica del patchwork, titulado De ente et essentia VIII. La diseñadora y creadora isleña lucha por reivindicar la imagen de uno mismo, aunque esta no sea perfecta. Por eso, en su obra, aparecen cuerpos imperfectos, que no se amoldan al canon de belleza imperante en nuestra sociedad.

«Ela Fidalgo, a través de sus composiciones creadas a base de telas y bordados, nos muestra el retrato de todas aquellas personas que Gattaca rechazaría. Que la normatividad de nuestra sociedad rechaza. No son cuerpos perfectos, y la genialidad que radica en su obra es que no pretenden serlo. Se aleja completamente del narcisismo para presentar figuras que hablan de racismo, de gordofobia, de «nuestro desmesurado culto al cuerpo», concluye la comisaria de la muestra.