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Lucky Luciano, Marlon Brando, Winston Churchill y Robert De Niro, entre otros retratos sacados de viejos ejemplares de la revista Time penden de las paredes del estudio de Carlos Prieto, a quien parece que se la ha subido la normalidad a la cabeza. Ser uno de los pinceles más tenaces y emergentes del país le ha marcado, y se esfuerza por ajustarse al prototipo de hombre común. Pero no debe ser fácil plantar los pies sobre el Planeta Tierra cuando el altísimo te bendice con el don de emocionar. Su rostro pétreo, como esculpido en el monte Rushmore, permanece inmutable, para él la fama es como «los periódicos de ayer arrastrados por el viento», que decía Kerouac. Sus palabras, confesiones sin coraza, le muestran a ratos como un Rimbaud entusiasta y rebelde, y a ratos como un romántico en crisis existencial.

Coloridos retratos con una potente narrativa se encierran en su obra. Así es el inspirado y armónico universo de nuestro protagonista, que acaba de finalizar una obra para el Papa Francisco. Le conoció en audiencia personal, durante la fiesta de aniversario del pontífice, a la que acudió con Domingo Zapata. «Es tan cercano que llegas a perder la percepción de estar hablando con el Papa». Este sábado 29 de octubre, de 17.00 a 22.00 horas, presenta en su estudio de la calle Sant Pere Nolasc, 7a de Palma la colección La noche oscura del alma, un conjunto de piezas fruto de «un tormentoso proceso». Para asistir es necesario reservar en openingstudioprieto@gmail.com

Decía Picasso que lo primero que debe preguntarse el pintor es por qué pinta… ¿Por qué lo hace Carlos Prieto?

-Es innato como el respirar, sale de una forma natural.

¿El artista nace o se hace?

-Yo soy pintor por accidente, me he hecho sobre el camino y sobre la marcha.

¿La mejor forma de crear es contando una historia?

-Siempre. Aunque no me gusta explicar mis cuadros, hay que dejar que te seduzca a su manera.

Sus obras son muy expresivas, ¿cree que su estilo ayuda a comunicar el mensaje?

-Absolutamente. También ayuda mi falta de escuela, ser autodidacta y tener limitaciones. El hándicap que tengo con los retos en la pintura es mi mayor aliado porque se ve en realidad quien soy yo.

¿Qué obra sacudió su vida y le quitó el sueño?

-Hay un retrato de Dominique Ingres que me fascina, cuando estuve viviendo en París fui a verlo y al plantarme frente al cuadro estaba tan conmovido que me salió como un grito que llamó la atención a los agentes de seguridad.

¿Cuándo pinta piensa en la posteridad?

-Nunca, me dejo llevar. Antes estaba más conectado al ego, ahora estoy más conectado con el ser, soy más receptivo y equilibrado.

¿Cuándo extirpó el ego de su vida?

-En la navidad de 2021, era una época en la que arrastraba tres muertes importantes en mi vida, esa etapa me sirvió de impulso para crear la colección ‘La noche oscura del alma’.

¿Entiendo que, como San Juan de la Cruz, pasó por una fase marcada por la soledad y la desolación?

-Sí, una etapa de vacío, muerte, desamor y soledad.

¿Cómo establece el diálogo entre intuición y reflexión en su obra?

-La intuición es innata, la reflexión es algo que va en continúo hasta que firmas la obra, es una lucha, como una relación de pareja en la que solo te puedes entender con ella si estas a su misma altura.

¿Es la emoción su objetivo último?

-Creo en la emoción latente y constante, y mi objetivo es dar placer a través de la belleza.

Su arte está mas cómodo plasmando destellos de una época pasada que retratando su tiempo… ¿Es Carlos Prieto un pintor analógico en la era digital?

-Más que analógico creo que soy un pintor anacrónico.

Hay artistas que banalizan las estampas de sexo, en cambio usted las captura con mucha naturalidad…

-En el erotismo, la línea entre lo soez y la elegancia es finísima, yo tengo una técnica bastante limitada, pero sé transmitir y la elegancia me sale natural.

¿Su ‘yo’ artístico se lleva bien con su ‘yo’ social?

-El personaje siempre estará ahí, es importante cultivarlo sobre todo si eres pintor. Pero le he regulado el ego y ahora el personaje conecta más con el Carlos persona.

Decía Miquel Barceló que pintar es hacer casi siempre cosas en vano, ¿comparte su pesimismo?

-Para nada, todo suma. Qué afortunados somos los pintores que nada de lo nuestro queda archivado.

¿En qué obra se quedaría a vivir?

-En Días de vino y rosas, un cuadro muy divertido que pinté en un momento muy dulce de mi vida.

Concibe la pintura sin la influencia de la música?

-Jamás, no puedo pintar ni vivir sin música. Escucho música diez horas al día.

¿El buen arte puede estar desvinculado de la actualidad, la realidad y la política?

-Absolutamente, el buen arte estuvo está y estará desconectado de eso.