Clara Fiol, Neus Canyelles, Rosa Planas, Pere Antoni Pons, Maria de la Pau Janer, y Sebastià Portell revelan qué obra querrían haber creado. | Ultima Hora

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Hay quien considera a los escritores un gremio con un fuerte ego. Después de que el año pasado cuatro autoras de la Isla compartieran con los lectores qué escritoras rescatarían o qué personajes les gustaría que fueran de carne y hueso, hoy, con motivo del Día de las Escritoras –que se celebra el lunes más cercano a la festividad de Teresa de Jesús (15 de octubre)–, planteamos a seis autores, hombres y mujeres, una cuestión que pone en entredicho el citado tópico: ¿Qué obra, escrita por una mujer, le gustaría haber firmado?

Rosa Planas lo tiene claro: La gravedad y la gracia, de Simone Weil. «Este libro nos muestra la dificultad de vivir una vida digna en una sociedad hostil, donde el ruido ambiental es tan fuerte que no permite escuchar la voz interior que todos tenemos. Como dice Simone: ‘El amor no es consuelo, es luz’», señala. «Los libros que aportan sabiduría son los que más me gustan y, afortunadamente, hay muchos de estos escritos por mujeres. La sabiduría femenina es un filón que todavía no ha descubierto todas sus posibilidades ni todas las autoras que todavía permanecen escondidas en el interior de los libros más maravillosos», lamenta.

Pere Antoni Pons se decanta por Els anys, de la flamante Premio Nobel Annie Ernaux, «una autobiografía íntima y generacional casi objetiva porque articula un relato en el que la propia memoria convive con la compartida de todo un país». «Tiene algo de crónica periodística, de reconstrucción histórica, de letanía sociológica, de poema hiperrealista, de narración multitudinaria, de inventario de comportamientos y predilecciones, de catálogo de novedades tecnológicas, de    muestrario de tendencias culturales, de informe socioeconómico, de análisis psicológico, de cuadro de costumbres y de resumen de la evolución política de setenta años cruciales deEuropa. Una obra maestra nueva y diferente».

Por su parte, Maria de la Pau Janer reconoce que «si hubiese sido una escritora romántica, inglesa y victoriana, me hubiese encantado escribir Cumbres borrascosas». «Curiosamente, fue la única novela que escribió Emily Brönte y tuvo un recibimiento editorial más bien tibio. La pasión que destila, el retrato de la amargura de los personajes, la narración de encuentros y desencuentros que nos describe, y las escenas que nos llevan al límite de las emociones siempre me han encantado. En su aparentemente tranquila existencia en los páramos ingleses, las hermanas Brontë crearon universos literarios de una riqueza y singularidad apasionantes».

Neus Canyelles, conocida admiradora de la obra de NataliaGinzburg, asegura que le gustaría haber firmado Las pequeñas virtudes. «Es un libro que leí hace poco más de veinte años y que tengo en la mesita de noche, porque al tratarse de textos breves se puede releer sin seguir un orden determinado. Se trata de una obra que narra momentos de su vida cotidiana en los que se mezclan recuerdos, reflexiones y comentarios sobre cuestiones diversas. Me encanta su forma de explicar, su sencillez y claridad», dice.

Sebastià Portell afirma que, sin buscarlo, «buena parte de mis libros preferidos o que me gustaría haber escrito son de mujeres». En esta ocasión, se inclina por La passió segons Renée Vivien, de Maria-Mercè Marçal, «un auténtico hito en la literatura catalana de todos los tiempos». Destaca «la manera con que el presente de la autora y de la narradora dialoga con el pasado y la tradición literaria», así como su «despliegue formal elegantísimo, transgresor y a la vez inquietantemente sólido. Fue un referente a la hora de escribir Les altures».

Clara Fiol admite que querría haber sido la autora de Supersaurio, de Meryem El Mehdati. «Me sentí muy identificada con la protagonista, una joven con inquietudes literarias que topa una y otra vez con un sistema que la minimiza y la aplasta. Aluciné con el ingenio de la autora, capaz de explicar con acidez, humor y de manera muy lúcida una situación injusta. Leerla es entender las suciedades del mundo y reconciliarse con una misma. No había estado nunca tan cerca de morirme de risa y odiar a todos los hombres del planeta a la vez», recalca.